Todo se volvió oscuro sin embargo, nada dolía, el ruido externo continuaba pero ella no lo escuchaba, las gotas de lluvia, que aún eran delicadas, rozaban su piel, su ropa y su cabello, pero ella nada sentía. Unas pocas personas se amontonaron a su alrededor, solo aquellas que contemplaron la fatal escena.De pronto veía en sus pensamientos a Arturo, el hombre del Bar, lo vio derrumbado, perdido, desolado en la gravedad de las injusticias. Sintió una punzada en el corazón, su respiración volvió, abrió los ojos con rapidez. Se levantó con lentitud para lo que acostumbraba, pero con agilidad para los que esperaban lo contrario.—¡Señorita, ¿se encuentra bien? —preguntaban las personas a su alrededor.—Sí —respondía mirándose, se sentía confundida mentalmente, pero su cuerpo se sentía increíblemente bien.Anduvo por las calles, mirando todo a su alrededor, cuidándose de los autos con conductores poco prudentes, recordando y reviviendo una y otra vez las imágenes
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