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Todos los capítulos de La señora de los tristes: Capítulo 11 - Capítulo 16
16 chapters
El desnudo
Los preceptos hipócritas y la agonía de una sociedad en decadencia, para mí es un vómito superior a la moralidad religiosa. No hay mayor simpleza que la neblina en la mente de los fariseos. En cuanto a Marvin Sotelo, el famoso pintor que vive en claustro debido a sus necesidades artísticas, conviene decir que representa la gloria suprema del hombre animado a deslumbrar con sus cuadros la esencia verdadera de la humanidad. Sus solicitudes eran claras: dibujar desnudos de muchachitas en plena edad de flor.            Convencida de su esplendor, y por recomendación de un amigo, decidí mostrarme ante él para inmortalizarme a través de la captura pictórica. Nunca sentí una morbosidad de su parte, todo lo contrario, es un ser de luz entre tanta inmundicia y censura banalizada por la estupidez.Fue un 19 de septiembre de 2015 cuando llegué
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Una forma excelsa
Una forma excelsaEl siguiente intercambio de correos entre mi amiga y su novio, más allá del amor entre ellos, cuando ella me los compartió, encontré valor artístico, y le solicité publicarlo.. Durante años pensé que las relaciones debían evolucionar a una desmitificación debido al exacerbado ideal que se sostiene cuando uno es joven. Sin embargo, cada quien es dueño de su salud mental. Dejo aquí la transcripción de los correos con permiso de mi amiga.Febrero 17 de 2016De: FlaviaMrt94@gmail.comPara: Pblurtecho@gmail.comAsunto: Amor míoSé de memoria el recorrido de tu piel, a un mes de tu partida, me siento abatida, necesito estar acostada en tu pecho, tu olor me enciende y a veces me envuelvo en un éxtasis de horas que solo me interrumpe la cotidianeidad. Concertamos escribirnos por correo el
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La señora de los tristes
La señora de los tristesLos murciélagos en el estómago y las columnas apocalípticas son el tema principal de su obra, no hay cumplido los cuarenta, pero sus poemas avistan a una señora de abundantes penurias y dolores. Más allá de las calamidades existenciales, ha tenido varios perros y gatos más que mascotas, miembros de su familia. La última vez que hablamos me dijo acerca de la muerte de Ernesto, pensé en mi amigo periodista de La Prensa, y le pregunté si se trababa de él, pero en llantos me dijo que era un idiota por no recordar el nombre de sus perros.            Ernesto era un perro mestizo, la señora de los tristes lo rescató de morir en un cauce, además de Alfredo (un alemán), Jorge (un pequinés), Rodolfo (otro pequinés), bueno, la lista aumenta según los a&
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Salvación
Terminar la licenciatura de derecho era mi única tarea; en primer lugar, porque debía llenar de orgullo a mis padres y, lo demás, para aprender a vivir, es decir, enfrentar la realidad. Múltiples formas de amargura se presentaron en mi juventud, no quería continuar mis estudios; era una tortura intelectual porque mis intereses era terminar un poemario, pero un poemario distinto a los de mi generación.            La mayoría imitadores de poetas rancios o peor aún, de borrachos y locos. La mejor imitación que se puede lograr es leer lo que ellos leyeron, no se trata de la rutina maldita de tomar licor hasta provocarse un coma etílico; es que no existe otra manera, como dije, la lectura es fundamental para escribir, por eso era incapaz de terminar mi poemario. Habían demasiadas lecturas pendientes y, eso me provocaba ansiedad; quería leerlo
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El evangelio de la prosperidad
Como hija de un predicador debía mostrarme fiel hasta la muerte. La mayoría del tiempo pasaba encerrada en mi casa. Además de las exigencias doctrinales por parte de mi padre, aun con toda esa disciplina, fui a la universidad. Ahí me dedicaba al estudio de las ciencias sociales; en principio, hubo un desacuerdo total por parte de mis progenitores. Querían que ingresara al seminario para formarme como educadora religiosa, pero les rogué me dejaran estudiar primero algo que me permitiera desenvolverme, y para descubrir otras consideraciones acerca de la palabra. Entre regaños y vituperios, llegamos a un acuerdo: primero sociología, luego teología.            Cuando llegué al primer día de clases, me sentí como una extraña entre todos aquellos muchachos que parecían intelectuales y habían vivido más que yo en el m
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La última calada
La fiesta convulsionaba entre ruido y gritos de borrachos enloquecidos por la música; otros expulsaban bocanadas de humo, y hablaban sin cesar. Clara en medio de la euforia se reunió con los demás a mecerse como árbol al ritmo de aquella armonía carnavalesca. Ritmo que yo era incapaz de seguir, además estaba vestida como abogado, recién salí del bufete cuando Clara me llamó para ir a la tocada de esa noche. Ahí estaba, con mi cara amargada, aun acompañada me sentía desde lo más profundo, como una vieja en su auge de cansancio mental.             A pesar de las invitaciones de Clara para salir a bailar, le expliqué no me sentía bien y, no era por la cerveza, era algo más, obviamente no podía explicarle en ese momento mi malestar y, me quedé sentada viéndola bailar junto a los demá
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