El beso era suave, sus labios estaban pegados a los míos, pero nuestras leguas por suerte nunca llegan a encontrase. Agradezco interiormente a cada segundo que pasaba, cada segundo era una eternidad, continuaba el beso sabiendo que alguien nos estaba observando.Me tomo solamente unos un momento saber porque Duncan lo hizo, y eso era lo que yo agradecía. Era la única explicación que podríamos dar cuando nos interrogaran, porque estábamos en el despacho donde evidentemente no deberíamos estar, bueno, en realidad donde yo no debía meterme, de todas maneras lo valió, y volvería en cualquier momento, no sabía cuándo, pero volvería a por más. Volvería a investigar pero esta vez, con más cautela.—¿Qué demonios está sucediendo aquí, Duncan? —la voz enojada de Alexander nos separó finalmente.Duncan de inmediato
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