CAPÍTULO TREINTA 31 de Octubre de 2018 Un día normal y corriente pasaba a volverse oscuro, yo me encontraba en el cementerio, paseando. Un gato negro se cruzó por mi camino, intenté acercarme a él, acariciarlo, darle un poco de comida que guardaba en el bolso, pero el gato empezó a gruñirme, su pelo se erizaba y se puso en posición de ataque, me aparté y me fui. Poco después me di cuenta de que venía detrás de mí, podía sentir sus suaves pasos a mi espalda. De un momento a otro, se abalanzó sobre mí, forcejeé con él varios segundos y conseguí apartarlo. El gato cayó al suelo, parecía que yo le había hecho daño, pero consiguió levantarse, se quedó petrificado, mirándome sin pesta&nti
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