La noche continuó, y Valeria se sintió más segura de sí misma. Cada vez que Layla intentaba socavarla, ella respondía con dignidad y gracia. Los nobles comenzaron a apreciar su fortaleza, y la tensión en la sala se disipó.Sin embargo, en el fondo, Valeria sabía que el desafío no había terminado. Layla no se rendiría fácilmente, y la rivalidad entre ellas continuaría.Con el tiempo, Valeria empezó a establecer relaciones con otros nobles, ganándose su respeto y apoyo. Se dedicó a aprender sobre la cultura de Dunas, participando en actividades y eventos que fortalecían su conexión con el pueblo.Un día, mientras paseaba por los jardines del palacio, Valeria se encontró con un grupo de mujeres que estaban en medio de un taller de bordado. Se acercó, interesada en lo que estaban haciendo.“¿Puedo unirme?” preguntó, sonriendo.Las mujeres la miraron con sorpresa, pero una de ellas, una anciana llamada Fatima, sonrió y asintió. “Por supuesto, princesa.
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