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Todos los capítulos de Santiago, amorosamente voluble: Capítulo 61 - Capítulo 63
63 chapters
Capítulo 60
Los años no vienen solos, nunca lo hacen. Mirar hacia atrás le causaba un dejo de nostalgia porque su historia no comenzó de la manera típica y cliché. Su historia no fue color rosa. Estaba bien, sin embargo, porque logró aprender de sus errores, logró crecer como persona y logró madurar como hombre. En algún momento creyó y pensó que siempre sería ese chico libertino, ese pintor de aspecto andrajoso que saltaba de ciudad en ciudad; ese chico que conquistaba cuántas mujeres se le cruzasen por el camino; ese chico que juró no enamorarse nunca. Las vueltas de la vida porque nunca imaginó estar dónde está hoy día.Él había hecho un largo recorrido y no es como si se arrepintiese de todo lo que vivió o experimentó cuando era más joven. Por el contrario. Durante ese tiempo en el cual a él no le importaba un comino n
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Capítulo 61 (+18)
Comenzó con una pequeña curvatura de las comisuras de sus labios, pero pronto aquella curvatura se transformó en una hermosa sonrisa. Una sonrisa tan brillante que lo encandilaba, que lo hacía sentir inmensamente feliz. —Tu… prometida. Yo… —Dios, sí, lo eres. Eres mi prometida —enunció feliz, risueño, incrédulo—. No lo puedo creer, esto es real. Ver el anillo en tu dedo es mucho mejor de lo que imaginé. Es… inverosímil. Te amo, Olivia, te amo tanto como no tienes idea. Sintió sus ojos escocer y le importó un bledo que sus emociones lo traicionasen. Le importó un comino si no podía contener la alegría… Nada, absolutamente nada podía superar la dicha de ver la radiante sonrisa de Olivia, luciendo el anillo que él había escogido con tanta ilusión y anhelo. —Santi, estás… —No me importa —balbuceó, siendo traicionado por las lágrimas—. Me importa un carajo que nos estén viendo ahora mismo. Lo único importante eres tú, preciosa. Solo tú. Oli
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Epílogo.
—«No me interesa la fama, pero sí el sentirme satisfecho conmigo mismo» —Santiago se sobresaltó al oír esas palabras y volteó en torno a la puerta, frunció el ceño—. Nunca olvidaré el día que pronunciaste esas palabras. Santiago se mordió el labio inferior, tratando de no sonreír. Caminó hacia la puerta, apoyando su costado sobre la madera. —Esas palabras fueron y son parte de mí. No mentí entonces y no miento ahora —imperó, mirando las puntas de sus zapatos—. ¿Estás nerviosa? —Haré de cuenta de que no escuché semejante pregunta. —¿Sabes? Estoy haciendo mucho esfuerzo para no abrir esta puerta y verte —profirió—. ¿Crees en el destino, Olivia? Hubo un largo silencio del otro lado de la puerta. Santiago sentía cómo los latidos de su corazón iban en aumento e incluso podía jurar que en cualquier momento se le saldría del pecho, porque él sí estaba de los nervios. —Sí, creo en el destino —Contra su voluntad, esbozó una sonrisa altanera—. Y
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