Buenos días, Ana.
—Jamie. — dije su nombre en voz baja para saber si estaba dormido, sabía que aún estaba incómodo por haberle mentido, era comprensible, y ahora no habíamos retomado aquello que me tenía tan emocionada. Incluso se había acostado con ropa y yo con mi ridícula pijama. Volví a llamarlo, aunque él no respondió. Apagué la luz y me dispuse a dormir, pero después de un rato, sentí su mano acariciar mi espalda. — ¿Te vas a dormir sin darme un beso? — me di la vuelta y allí estaban aquellos ojos. — Pensé que ya dormías. — Solo estaba pensando en lo que tengo que hacer mañana. — ¿Y eso que es? — Tenemos que ir algún lugar, juntos. Hay varias personas a las que tengo que presentarte. — No será lo mismo si no eres tú el que sostiene la cámara. — Eso no importa, lo importante es que obtengas un mejor empleo que no te quite tiempo, que puedas estudiar y a la vez poder estar con Tom cuando lo recuperes. — ¿A donde iremos?—
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