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Todos los capítulos de Apátrida: Capítulo 21 - Capítulo 23
23 chapters
XX
Reviso el estuche y paseo los dedos por el rígido cuero que lo cubre. Lo abro con un suspiro y resoplo al hallar en su interior un fusil de francotirador sobre una tela rojiza y vieja. El resoplido no es de indignación, es de dolor al saber que lo utilicé en antaño, que lo desarmé y limpié con Peace al tanto de todo lo que hacía para regañarme cuando era necesario e instruirme en cada parte que desmontaba. Las lágrimas vuelven a ser desbordadas. Esto es lo que obtengo cuando le asesiné bajo su voluntad, y es un regalo amargo. ¿Ya nada me ata a él? No, me equivoqué. Esto lo hace, me encadena más a las memorias donde su figura está involucrada. Esta es su forma de decirme que su recuerdo no se irá de mi cabeza hasta que logre renunciar a este rifle. Es una Barrett M82, un fusil de francotirador de alta potencia. Es semiautomático. Se suele utilizar para incluso traspasar el blindaje de un tanque, por ello también es acuñado como la perfección antimateri
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XXI
Los huérfanos o jóvenes que no encontraron a sus familias han sido acogidos por la milicia con el fin de entrenarlos para reducir el crecimiento exorbitante de aquellas criaturas que parecen representar el último paso de la humanidad.No solo serán entrenados, también serán sometidos a experimentaciones en donde se intentará unir el ADN de aquellas criaturas con sus instrucciones genéticas, de este modo podrán combatir contra ellos, ser más fuertes y poder brindar una protección adecuada. Todos los jóvenes informados al respecto toman la decisión por voluntad propio. El que no desee participar en estos experimentos, será entrenado como un militar común.Según los científicos que están a cargo, es muy posible que la unión de ambas estructuras genéticas sea posible, pero el riesgo será muy alto.
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XIII
Segunda parte Una cálida luz acaricia mi rostro y me insta a abrir los ojos. Me incorporo como puedo y, con esfuerzo, me dedico a mirar mi alrededor. Reconozco las paredes de un azul claro desgastado. Mi mirada esta vez se centra en mis manos, que están vendadas. La tela blanquecina está manchada por la sangre seca. Pestañeo y vuelvo a observar el techo. La bombilla parpadea y parece intensificar su luz. Suspiro.«¿Cuándo seremos libres?».Aprieto las manos contra mis muslos y apoyo el lateral de la cabeza en la gélida pared a mi derecha.—Quiet. —Los ojos verdes me buscan al otro lado de la habitación, los siento—. ¡Quiet!Vuelvo en sí y lo miro.—¿Qué ocurre, Peace?Alza la mano y me revela el yeso.—No soporté esta vez. —Presiona los labios—. E
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