Chiara gimió al sentir los besos de Enzo, recorrer su espalda desnuda, sus manos acariciaban su cuerpo con paciencia y amor, su entrega cada vez era mucho más profunda y placentera hasta el punto de volverse adicta las emociones y sensaciones que le embargaba el cuerpo, el alma y el corazón. —¡Enzo! —gritó el nombre de su amor, cuando él se adentra en su sensible femineidad, sentir la unión de sus cuerpos, no solo era un acto carnal sino una entrega total, única y mágica. Estaba locamente enamorada de él, nunca creyó poder tener estos sentimientos, que lejos de asustarla le hacían sentirse viva, importante y sobre todo capaz de todo por mantenerlo a su lado. —Te amo —Enzo susurro a su oído, mientras se movía dentro de su apretada intimidad, vaciando su semilla en ella. —Y yo te amo a ti, como nun
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