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Todos los capítulos de Presa del Mafioso: Capítulo 11 - Capítulo 20
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Malak.No puedo dejar de pensar en Leyla, esa astuta y salvaje mujer. No entiendo porque todavía no la he matado, la gente que se atreve a tocarme nunca sale bien parado. En cambio, ella sigue intacta. Lo que más me preocupa, es que no me tiene miedo. Se ha atrevido a dispararme en mi propia casa, delante de todos mis mejores hombres. Ha dañado mi dignidad y la ha rebajado por los suelos, en sólo un día. Esa hembra es impresionante.Y yo como un maldito gilipollas no he hecho nada para remediarlo. Al revés, estoy detrás de su culo como un perro maloliente tan caliente como un adolescente hormonado.La etiqueta que he ganado durante los años, se ha ido a la mierda por una sola mujer. Pero vaya mujer...Esa hija de puta está muy buena, como es de esperar la quiero para mí. Toda y exclusivamente para mí. Me he encaprichado de una manera con ella que no es normal, po
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LEYLALa intensidad que hace los dedos en mi piel, hace que gire para enfrentar al ser que se ha atrevido a agarrarme de esa manera. No voy a permitir que nadie me trate mal, ni tampoco que tenga esa confianza como para tocarme así.Cuando hago girar a mis pies, mis ojos se abren con asombro al ver a la hermosura femenina que se alza ante mí, con elegancia y sutileza. Lleva un vestido rojo que se ajusta perfectamente a su cuerpo delgado, mientras su cabellera dorada se desplaza por su pecho que está al aire libre. La prenda que lleva es aún más escoltada que la mía.Todavía con su mano en mi codo, me observa con demasiado interés.—¿Oye podrías dejar de agarrarme el brazo? —mascullo apretando los dientes —Me haces daño.Rápidamente la joven me suelta, no sin antes regalarme una bonita sonrisa blanquecina.—Yo... Lo sie
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LEYLAQuedó quieta. Con los ojos bien abiertos por la sorpresa que me ha causado su respuesta, a mi golpe.Los labios de Malak se mueven fugazmente sobre los míos, entonces es cuando siento esas dichosas puntadas en mi parte baja. Mi respiración se hace pesada y empiezo a ver borroso, debido a una nube llena de deseo que surca mis ojos.Su mano hace presencia en mi cadera, apretándola ligeramente mientras me come deliciosamente la boca. Lucho por no hacerlo yo también, pero mi cuerpo relaciona de otra manera. Inundó los pensamientos que produce mi mente, y dejo que mi instinto salga a la exterior, a punto de explotar.Llevo una mano a la nuca de Malak, y la agarro enterrando mis dedos en su corto cabello. Para estabilizar mejor el beso, su mano sostiene mi mejilla y da suaves caricias. Mi estómago se azota cuando me empuja contra un seto alto. Es tan dominante…Enrollo su cuello con a
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LEYLA¿Alguna vez habéis sentido terror? Pero no este tipo de terror que tienes al ver una araña, o cuando te dan un susto, que te pone el bello de punta. No, no me refiero a eso. Me refiero a cuando temes por tu vida, cuando estás solo en tu cuarto durmiendo, de repente sientes un vacío sepulcral y tienes que llamar a tus padres para dormir con ellos. El miedo te ciega, hace que tu mente produzca cosas y pensamientos sin sentido, que van contra ti. Tu propia mente te traiciona. Aquello me pasaba cuando tenía cuatro años.A ti no te queda otra más que luchar, y recibir el consuelo de tu familia. Pero en este caso, en mi caso, no hay nadie en la que pueda pedirle ayuda o la más mínima muestra de cariño. Ya no confío en nadie solo en mi misma. Nadie más que yo puede traicionarme y si alguien lo hace, tendrá que asumir las consecuencias.Me siento
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Malak.El sonido de las balas al salir de las pistolas, me abruma, tanto que hasta me mareo un poco. Cuando siento una bala introducirse en mi escudo, es hora de protegerme. Casi siempre, cuando voy a interactuar con mucha gente me lo pongo. No puedo fiarme de nadie. Cualquiera me quiere ver muerto.Salto del escenario, y me escondo en una mesa, no sin antes decir:—Ruslan protege a mi hermana —ni siquiera doy media vuelta para mirarle.Recargo el arma, empiezo a dar tiros a todos sitios. Una perfecta armonía llega a mis oídos, los gritos desoladores y el gatillo de las pistolas.Alguien se ha metido en mis tierras, me ha fastidiado todo. He visto la muerte muchas veces, pero ninguna como esta. Por suerte, Leyla me ha salvado la vida. Y conociéndola habrá salido despavorida, huyendo de todo este caos.Mejor así, no quiero que sufra daños. La quiero intacta, sin un solo ra
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SASHA—Toma asiento, hija —pide papá muy serio —Tenemos cosas importantes de las que hablar, y me temo que necesito urgentemente tu ayuda.Sonriente, camino hasta el escritorio y cuando llego tiro de la silla para sentarme en ella. Mientras tanto, mi padre me mira atentamente con una expresión usual en él. Siempre parece que está enfadado, pero no, él es así.Desde que tengo memoria lo conozco, y sé que detrás de esa máscara que tiene puesta, es un gran hombre aparte, de un excelente padre.Me preguntó porque me habrá citado aquí, estaba en unas vacaciones de lo más agradables cuando me llegó su llamada. Tiene que ser algo muy importante y exclusivo, como para que no se lo diga a mi madre. Ellos dos son como uña y carne, no se separan nunca. Y espero que nunca lo hagan, son dos almas únicas que se complementan
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LEYLACuando ingreso en el avión privado de Malak, abro los ojos por la sorpresa que me causa tantos lujos. Todo está pulcro y muy ordenado, los sillones y las mesas son de distinto color gris. Tiene una televisión, una nevera, incluso una cama.Me desplazó rápidamente memorizando todo, es espectacular. Ventanas no son muy pequeñas, pero lo justo para poder ver bien fuera sin marearte. Escucho a Malak subir por la escaleras, cuando me volteo veo que detrás de él, vienen unos cuantos hombres más.Son sus guardaespaldas.—¿Qué haces ahí parada? —alza la ceja, y camina hasta mí.¿Es buen momento para decirle que nunca me he montado en un avión? Bueno que más da, ¡voy a visitar las Seychelles!—No sé dónde sentarme —contestó sin más, mirando a todo
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SASHANo puedo creer que mi padre me haya obligado a hacer esto, estoy odiándolo en este momento. Él no puede mandarme a arreglar sus asuntos del pasado, que según él le atormentan tanto. También tiene piernas y las mueve perfectamente, pero claro, como siempre yo tengo que ir por delante.Resoplo, muy furiosa.Me bajo del vehículo, le digo a mi chófer que no se mueva. Está haciendo un frio de mil demonios, no quiero resfriarme. Camino hasta la entrada del edificio, abro la puerta, por suerte no está cerrada. Me introduzco en el interior y veo la decoración, alzó la ceja, todo está decorado con muebles elegantes, pero son más falsos que una moneda de tres caras. Una carcajada se escapa de mis labios.Que cutre todo.Ignoro la decoración que intenta imitar algo lujoso, y me cuelo por el pasillo buscando el ascensor. Sonrió cuando
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LEYLASu beso me devuelve el oxígeno que tanto me faltaba.Los exquisitos labios de Malak saborean los míos con dureza. Como si de alguna manera estuvieran hambrientos por su sabor. Los mueve rápido, y a veces me cuesta seguirle el ritmo. Sus labios son tan ágiles que no puedo imaginar las maravillas que harán sus besos en otra zona de mi cuerpo. Sus manos sujetan bien mis nalgas, y sus dedos aferran la piel como si nunca quisieran separarse de ella.¿Qué estoy haciendo? Sencillo. Aprovecho las circunstancias y al Dios griego que se ha atrevido a entrar en mi vida.—Voy a llevarte al cielo, nena —susurra cuando se despega de mí.Mi respiración y la suya se hacen una. Y no entiendo por qué eso me gusta.Su cuerpo se mueve para adelante, y siento como mi espalda choca con la pared fría y suave. Entonces las gotas de agua empapan mi cabello
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Leyla.De un momento a otro siento como me asfixio.Malak está encima de mi espalda, aunque intente protegerme, hace lo contrario, me mata poco a poco por falta de oxígeno. Toso con la almohada pegada a mi cara y lucho por quitarlo encima de mí. Pero parece que pesa una tonelada, o es que estoy perdiendo la fuerza.Mis pulmones queman, parece que me entiende cuando me libera. Cojo una bocanada de aire, lo miro. Se ha bajado de la cama, está buscando algo y por fin lo encuentra. Sostiene el albornoz en sus manos y después me lo tira a la cara.—Póntelo —ordena.Después, Malak se va hacia una de sus maletas y busca ropa para ponerse.—¿Qué ha sido eso? —pregunto, ahogándome en mi propia voz.Miró mis piernas desnudas, están lisas, pero hay un pequeño indicio de herida. Me acerco más, y observo como u
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