Doy un vistazo a mí alrededor por un momento, la gente va y viene, llevan papeles en sus manos y hablan entre ellos lo necesario, como si no tuvieran tiempo para sociabilizar, nadie se percata de mí, ni le interesa. El lugar está limpio, ordenado, con colores claros, azules y acero, todo está impecable y me hace sentir incómoda por el nivel de perfección que buscan aquí. Camino hacia el elevador que me indicó Ania, alguien presiona el botón que necesito, veo como en una pequeña pantalla arriba de los botones un triángulo amarillo se marca, la punta hacia arriba señala que estamos subiendo. Me mantengo tranquila mientras los doctores de mi alrededor no me voltean ni a ver, todos van callados, viendo sus papeles o su reloj, ajenos al mundo de los demás; de repente el triángulo desaparece y veo “B1” titilando, se abren las puertas y los doctor
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