Dani El día de mi cita con el psicólogo llegó. Me bañé, me vestí y me puse ropa cómoda para que no hiciera presión en mi herida. Celine me ayudó a vestirme como si yo no pudiese hacerlo sola, pero le agradecí que fuese tan atenta conmigo. Ella iba a ir a la universidad, pero no asistiría a clases, solo iría a acompañarme a mi cita y me esperaría afuera hasta que mi sesión terminara. Obviamente, al principio, me quejé y me negué a que perdiera clases, pero ella insistió en que no era un problema, pues iba bien en las asignaturas y no sería un problema que faltara a clases una vez. Ella no quería que volviese sola a casa después de la sesión o que me quedara esperándola hasta que sus clases terminaran, todo por priorizar mi salud. No hacía mucho tiempo que ella y yo nos conocíamos, pero ya la quería como a una hermana: ella me demostraba lo importante que era yo para su vida, me apoyaba, me cuidaba, me respetaba y me amaba. Esa era una verdadera amistad. Ella
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