El miedo me atenaza y tiemblo incontrolablemente, mi cuerpo solo responde a su calor, a su consuelo. Rogers me aprieta contra su cuerpo tratando de sosegar mi dolor, necesito que me la devuelvan, la necesito conmigo… necesito a mi hija. El teléfono suena y él salta en ese preciso instante de la cama corriendo a buscarlo, mi piel duele al dejar su contacto y mi cuerpo lo reclama al instante, sollozo nuevamente con las manos cubriendo mi rostro de rodillas en la cama. — ¡Vaguhn, dime! – responde casi con un grito sin apartar la mirada de la mía. Escucha atentamente lo que le dicen a través del aparato y sonríe casi imperceptiblemente, mi corazón late a un ritmo desesperado estrellándose contra mis costillas, haciendo estragos en mi. Trato de bajar y levanta una mano deteniéndome, se acerca intimidándome con su cuerpo desnudo y observo absolutamente tod
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