Durante estos últimos días he llevado una lucha interna: quiero verla, decirle lo que no he tenido el valor de decirle antes y rogar que me perdone. Pero por otra parte, no quiero arriesgarme. Debería irme, volver a Francia y olvidarme de ella. Si le confieso lo que le he hecho, me alejará no solo de ella, sino también de Adrien y eso me destrozaría. Contemplo a Adrien dormir unos minutos más. Lo cubro hasta los hombros con las sábanas. Me voy a la cama pero no ligro conciliar el sueño. Los recuerdos de la primera vez que vi a Mérida vienen a mi mente. Éramos unos críos. Yo había terminado la preparatoria, pero me había tomado un año sabático, o más bien dos. No había encaminado mi vida, no quería estudiar ninguna carrera, no quería dedicarme a nada aparte de andar por ahí, de fiesta en fiesta derrochando el dinero de Eleonor. Una noche, de algún modo que no recuerdo, mis amigos y yo acabamos en una fiesta de fraternidad. Poco imaginaba que esa f
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