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Todos los capítulos de Una madre para mi hijo: Capítulo 51 - Capítulo 60
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CAPRICHO DEL DESTINO
Luciano Estoy nuevamente en el antro El bajo mundo bebiendo un whisky, cuando escucho como unos hombres detrás de mí, comienzan a hablar sobre una mujer que está sola bebiendo en la barra y apostando sobre quién será el afortunado de llevársela a la cama, sólo por curiosidad posó mi mirada en la misma dirección que ellos, veo a una mujer que está de pie quitándose su abrigo, al principio la veo como cualquier mujer de las que acostumbran a venir aquí, pero cuando se gira un poco saludando a alguien me quedo sin habla y sin poder pensar con claridad. Se trata de Lucrecia, la cual lleva un vestido verde esmeralda corto de lentejuelas que se ajusta a su cuerpo como una segunda piel, la parte trasera solo se amarra con unas tiras en la parte superior, dejando al descubierto toda su espalda desnuda en un escote que termina en la parte baja de ésta. Se levanta de su asiento y veo que se dirige hacia los sanitarios, por el rabillo del ojo veo que los dos tipos que hablaban de ella hace un
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LA AMANTE DE MI MARIDO
Lilibeth Me levanto para ir al baño, pero le informo a Donato y los demás que regresó pronto, de repente siento una mano sobre mi cintura y cuando estoy a punto de golpearlo me doy cuenta de que se trata de Massimo, nos saludamos, pero me doy cuenta de que acaricia mi espalda desnuda haciéndome sentir un deseo de ser poseída por este hombre que creía muerto desde hace tiempo y por un instante me pierdo en sus bellos ojos como solía hacerlo antes. Me espera mientras entró al baño y cuando me despido de él, sin previo aviso me acerca a él y me lleva a un cuarto que parece ser la bodega del antro, comienza a besarme haciendo que me pierda en mis recuerdos, desamarra mi vestido pero cuando pienso que ya ha tenido sexo con Maritza me invade asco de solo pensarlo dentro de ella y después dentro de mí, cuando lo encaró sobre su novia él me explica que no se ha acostado con ella pero no le creo, debe estarlo inventando para acostarse conmigo, sin embargo, cuando menciona su accidente y veo
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UN NUEVO ALIADO
Luciano En cuanto Lucrecia sale por esa puerta dejándome solo en esa bodega, siento un gran vacío que no logro explicar dado que tiene unos cuantos días de que la conozco y por raro que parezca siento que ya la extraño. Después de un buen rato salgo de esa bodega y no la encuentro por ningún lado por lo que me voy hacia mi casa o mejor dicho la casa de mi prometida; en cuanto llegó subo a mi habitación y me doy un baño recordando en todo momento el roce del cuerpo de Lucrecia contra el mío y con una sonrisa como de tonto salgo de la ducha, por suerte Maritza no se encuentra ya que salió a una comida de negocios y no quiero que me pregunté a qué se debe mi buen humor, me acuesto y después de unos diez minutos sin poder conciliar el sueño escucho como se abre la puerta de nuestra habitación seguido del sonido de unos tacones. —Amor ¿estás despierto? —La ignoró y finjo dormir, escucho como se acerca hasta mí y acaricia mi espalda desnuda. —¡Maldito seas Massimo!, ni aún después de ta
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ERES COMO UNA ADICCIÓN
Fiel a mi palabra decido ir nuevamente al antro El bajo mundo con la esperanza de encontrarme con mi marido, pero al mismo tiempo me da miedo que Maritza nos descubra y todos mis planes se estropeen antes de poder vengarme de ella. Después de hablar un momento con el señor Lombardi sobre algunos documentos de los que necesito su ayuda, para descubrir a donde fueron a parar todos los desvíos que le hicieron a mi esposo y este prometerme que tanto su contador como su abogado me ayudarían, decido ir hacia la barra y pedir una bebida, cuando siento que una mano se posa sobre mi cintura de forma tan posesiva a como lo hacía Massimo, me giro para ver al dueño de esta y efectivamente se trata de él, se acerca hasta mi oído y me susurra. —Te he estado esperando todos estos días. —Luego muerde un poco el lóbulo de mi oreja, haciendo que pierda la razón y quiera arrojarme a sus brazos, sin embargo, la mirada de Palmieri me hace volver a mis cinco sentidos. —Aquí no señor De Angelis, alguien p
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PELIGROSO
Lilibeth En cuanto salgo del baño, Palmieri me cubre con su cuerpo (algo no tan difícil ya que es tan alto como Massimo) para no ser vista por nadie, mi esposo aprovecha y se escabulle en sentido contrario; me saca por una puerta que nunca había visto y fuera de esta veo a Donato con la misma expresión que el resto de mis hombres. —Señora no es seguro que se siga encontrando aquí con su esposo, es demasiado peligroso —dice Palmieri con rostro serio, mientras subimos a la camioneta y los demás asienten dándole la razón—: no me malentienda, si me enterase que mi esposa sigue viva haría lo mismo que usted, pero es mejor que se vean en otro lugar más seguro. —Siento mi cara enrojecer de la vergüenza y solo asiento. Los siguientes días he evitado encontrarme con Massimo lo cual me tiene bastante frustrada, sin embargo, por seguridad de ambos debo hacerlo, pero me desespera no verlo. —Señora, el señor Lombardi desea verla hoy por la noche en Il Palazzo Reale Liguria, es un casino muy el
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CONFUSIÓN
—Entonces me retiro y nuevamente gracias por todo. —En cuanto salgo de su oficina Palmieri se acerca a mí al ver mi mano envuelta en el pañuelo. —¿Se encuentra bien señora? —pregunta preocupado. —Sí Palmieri, no es nada grave, debemos bajar mi marido está esperándome. —Me mira con sorpresa por lo que acabo de confesarle, pero aun así no agrega nada, solo asiente y nos dirigimos nuevamente al ascensor. En cuanto llegamos a la planta baja busco rápidamente a Massimo, el cual se encuentra bebiendo a lado de una mujer, la cual parece estar sumamente interesada en él, lo adivino por la forma en que esta lo mira e intenta tomar su mano, me acerco a ellos y logro escuchar lo que éste le dice haciéndome reír un poco. —Lo siento, pero no me interesa, ahora si me disculpa estoy esperando a mi mujer. —Está por darse la vuelta cuando lo abrazo por la espalda y pego mi cara a su cuello, algo fácil ya que está sentado. —Hola amor, gracias por esperarme. —Se gira y en cuanto me reconoce una aute
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SOSPECHA
Después de saciarnos el uno del otro quedamos sumamente agotados, ella se abraza a mi cuerpo y recuesta su cabeza sobre mi pecho. —En verdad me agrada estar así contigo —se levanta un poco y deposita unos cuantos besos sobre mi pecho desnudo—: eres increíble, por cierto, de ahora en adelante lo mejor será encontrarnos en este lugar, es por seguridad —dicho esto se levanta de la cama y se dirige a tomar una ducha dejándome embobado al verla desnuda. En cuanto sale comienza a vestirse y me lanza una mirada un tanto coqueta. —Pensé que también tomarías una ducha conmigo, —esbozo una sonrisa—: pero igual eso podremos hacerlo otro día, ¿no piensas ducharte?, seguramente tu prometida se dará cuenta que estuviste con alguien si no lo haces. —Y en el fondo sé que esto le encantaría, que Maritza se dé cuenta de que he estado con otra mujer, lo noto en su mirada. —Eso no me preocupa, creo que sería lo mejor, así podría dejarme y no tendría que casarme con ella. —Me mira sorprendida, pero no
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AMARGO RECUERDO
Ha pasado un mes desde que Palmieri me sugirió intimidar a la viuda de Rinaldi y si bien no hemos hablado nuevamente sobre eso, el saca el tema cuando estamos practicando mis clases de tiro. —Señora, he encontrado a la familia de Rinaldi —frunzo la boca y estoy por contestarle lo mismo que le dije ese día, pero no me deja hablar con lo que me dice—: y lo sé, usted no es como yo, sé que yo he vivido toda mi vida así y estoy acostumbrado a esto, pero lo importante aquí es que en verdad creo que debería hablar con su viuda y bueno no creo que sea necesario llegar a lo que le comenté hace semanas, ellos la están pasando bastante mal, no me equivoco al decirle que estoy seguro que si les ofrece ayuda a cambio de información ella aceptará —lo dice serio y con un poco de tristeza hasta cierto punto. —¿Cómo diste con ellos? ¿Y por qué dices que no la están pasando nada bien? —pregunto un poco indecisa. —Aunque usted dejó en claro ese día que no quería amenazarlos para hacerlos hablar, yo co
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ANTONELLA RINALDI
—¡Buenas noches, señora!, ¿nos permitiría pasar por favor?, me gustaría hablar con usted. —Ella me mira extrañada dado que no nos conocemos—. Mi nombre es Lilibeth Carluccio —susurro con miedo, en cuanto escucha mi nombre abre los ojos por la sorpresa y sé que se debate entre dejarme pasar o cerrarme la puerta en la cara—. No le quitaremos mucho tiempo, necesito pedirle un favor. —Asiente, se hacen a un lado y nos dejan pasar a Palmieri y a mí. —Cuiden los alrededores no quiero una sorpresa desagradable —les pido a mis hombres y estos comienzan a rodear la casa, así como más allá de la propiedad. —¿En qué puedo ayudarle señora? —inquiere un tanto nerviosa, a lo que le sonrió un poco para relajar el ambiente tan tenso hasta el momento, su hija se pega más a ella y nos muestra el camino a su pequeña sala, veo alrededor y me siento terriblemente mal, es un lugar sumamente pequeño y se ve bastante descuidado, no me cabe en la cabeza como una familia podría vivir en estas condiciones. —M
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RELATO
Tomamos asiento y Antonella manda a su hija Bianca a que nos prepare un café, después de que ésta regresa de la cocina, nos sentamos nuevamente en su pequeña sala y su madre comienza su relato. —Lo que yo sé es que mi esposo comenzó a sospechar de alguien del círculo de socios de su esposo, ya que mucha de la mercancía que era robada resultaba ser la que tendría más ganancias y además por lo precisos que eran en dar con esos cargamentos, él comenzó a investigar por su cuenta y encontró que misteriosamente Salvatore había estado recibiendo mucho dinero en sus cuentas fuera de Italia, no me pregunte como lo supo porque ni yo misma lo sé. El día que asesinaron a mi esposo recibió unos documentos muy importantes, me dejó unas copias y él se llevó los originales, me dijo que había atrapado al traidor y salió muy apurado con casi todos sus hombres, permítame un momento por favor. —Saca de su cuello una cadena de oro con un pequeño guardapelo con forma de corazón y unas pequeñas inscripcione
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