Enical Me acomodé el vestido con cuidado de no mover mucho mi cabello recién laceado, según yo estoy irreconocible, también quería plancharle el cabello a Carolina, pero hasta acabar llegábamos al bar mañana. El alivio recorrió mi circulación cuando vi el lugar, no había luces psicodélicas o algún rincón oscuro de besuqueos, luces doradas y blancas iluminaban todo, el local era amplio, música que rozaba delicadamente el ambiente, con muebles de madera oscura muy bien cuidados que le daban el aspecto de ser un lugar para beber y charlar tranquilamente, muy Antonio. El gigantesco muro de madera que llegaba hasta el techo, detrás de la barra, exhibiendo botellas y copas peculiares me impresionó, reconocí a Antonio casi de inmediato, estaba sentado en la barra con su cabello en una coleta baja, pantalón marrón y una camisa azulina que contrastaba con s
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