El teléfono vibra en mi bolsillo y corto la llamada por enésima vez. No quiero hablar con nadie. Sin embargo, de nuevo recibo otra llamada de mi padre, esta vez me veo obligado a responder.—¿Ocurre algo? —respondo exhausto, aburrido.—¡Te estoy llamando desde anoche! Me encuentro en Italia, tuvimos que viajar de emergencia.Trago en seco, no me da buena espina el tono desesperado que usa mi padre.—¿Por qué? —Me levanto y salgo de la habitación rápidamente.—Necesitamos reunirnos con los socios de toda Europa. No sabemos quién ha sido o por qué, pero han hackeado el sistema por completo y está descontrolado. —Resopla molesto. Puedo escuchar voces y pasos al otro lado de la línea—. ¿Sabes lo que eso significa, hijo? Si en realidad no solucionamos todo esto, nos iremos a la ruina, a la ruina maldita sea... Tienes que venir, necesito tu apoyo, no me defraudes.¡Carajo! Sacudo mi cabello con desesperación.No puedo fallarle esta vez a mi padre, últimamente nunca estoy cuando necesita mi
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