Hades tenía que reconocer una cosa. Solo se había sentido tan excitado tres veces en su vida. Una era con su celo habitual, la otra, cuando tuvo a Nebraska debajo de él, cuando ella traspasó los límites de su aislamiento y tercero, ahora. Sabía que el cuerpo en sus brazos temblaba de placer, pero él no estaba mejor. Los músculos de su espalda estaban tensos, al igual que el de sus brazos. Algunas gotas de sudor llegaban hacia el borde de su pantalón, conteniéndose, porque hoy no era un día para él, aunque no podía garantizar no perder el control si su querida omega seguía violándole el cuello con sus labios. Gimió gravemente y apretó todo el sen
Leer más