A pesar de estar sobre ella, Hades recargaba la mayor parte de su peso sobre sus patas. La loba bajo él estaba débil, delgada, casi como un pétalo de flor que podía marchitarse, eso quitando de lado que aun así luchaba e intentaba agarrarle alguna de sus extremidades y destrozarla, claro. No estaba muy contenta de estar en aquella posición. A él no le importo. Ahora necesitaba tenerla en control.Bajó su morro hacia su cuello y lo olió, lamiendo hasta su oreja y dejando un apretón en el nacimiento de la misma, no para hacerle daño, pero si lo suficientemente fuerte para que fuera consciente de que estaba allí.Ella se sacudió y soltó un gemido lastimero. No se rendía, a pesar de estar en desventaja, no gustarle aquello y lo demostrab
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