CAPÍTULO 36. AHORA ERA ELLA...
—¡Pregunté a dónde crees que vas!Mía se dio la vuelta para enfrentar el rostro desencajado de Giordano Massari, y se dio cuenta de que, a pesar de haber estado con él por los últimos dos años, era un completo desconocido para ella.No contestó, se fijó absolutamente en todas las señales que su esposo enviaba, tal como le había enseñado su madre que debía hacer cuando necesitara defenderse.Giordi estaba borracho, eso era evidente, pero no lo suficiente como para no constituir un peligro. Lo vio avanzar y retrocedió instintivamente, alejándose de la baranda y de la escalerilla por la que pretendía bajar a la base de popa, desde donde podía abordar la pequeña lancha.—¿Estabas escapando?Mía negó con suavidad, pero procurando mantenerse al menos a dos metros de Giordi.—No, solo es
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