Juego tras juego fui ganando, y cada vez los caballeros presentes en la mesa se sorprendían más, en especial Jack, que desde que llegué no ha parado de mirarme.—Bueno, caballeros, yo me retiro del juego. Fue un placer jugar con ustedes —tomo las fichas y salgo de allí contoneando mis caderas porque sé que Jack me está mirando. Voy a la barra y pido un trago, pero cuando lo voy a pagar, aparece Jack y paga la bebida.—Yo invito —me sonríe de una manera coqueta, y yo, con mucho esfuerzo, hago lo mismo.—Gracias, señor...—Jack, solo dime Jack.—Ok, Jack, muchas gracias por el trago.—Fue un placer invitar a una dama tan hermosa. Aunque, ¿sabes algo? Te me pareces a alguien que conozco.¡Mierda! Que no se dé cuenta. Intento ocultar mis nervios, así que me acerco a él y me siento con las piernas cruzadas.—No creo, soy nueva por aquí.—¿Cómo te llamas? —¡Piensa en un maldito nombre, Rose!—Ruth, un placer —le extiendo mi mano, y él la sostiene, dando un beso en ella, gesto que me da náuse
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