No pasaron ni cinco minutos y ya habíamos dejado el pueblo atrás, nos adentramos en unos matorrales, era casi imposible caminar. Tuvimos que darnos modos, el día nublado se transformó en uno caluroso y soleado, lo cual hacía más difícil el cruzar por los matorrales. El camino parecía no tener fin, pero después de mucho esfuerzo llegamos al puerto, era pequeño y muy sucio, algo común en los puertos piratas. Sara entró en una taberna y dijo que esperáramos afuera. Pasaron cinco minutos, luego diez y luego treinta minutos. Kilian se cansó de esperar, y entró, yo entré detrás de él. Sara no estaba consiguiéndonos un barco, solo entró para emborracharse con otras dos mujeres. Kilian quedó desconcertado, caminó hacia ella y le dijo.―No tenemos todo tu tiempo. Te di lo que querías, ahora dame un barco para salir de este agu
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