—¡Eres muy fuerte, hijo! Dice Elizabeth.—Aun no doy todo mi poder.—Entonces debemos practicar mucho más. El chico asiente mientras madre e hijo detienen la lucha, sonrientes. —Eh logrado rasgar tu ropa, ma.—Eso es buena señal. Tu padre aun no lo ha logrado.—Entonces, debo luchar con papá también.—Si debes hacerlo, entrenar con él. Le sonrió. —Vamos a por algo que tomar.—Sí, eso suena bien.Después de esa noche Axel entrenaba con su madre muy a menudo, pero antes de eso, iba en busca de Darla como todas las noches para entrenarla también. Pero ella se negaba a verlo y le dolía saber que ella no le quería ver. No pensó que su declaración podría incomodarle tanto.—Debes practicar Darla, por favor.—Esta noche no quiero hacerlo, Axel.—Llevas así varias noches, no está bien que te quedes
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