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Capítulo 31
 —Entonces, Samay está con ustedes. —El pelinegro dijo sonriente—. Esa muchacha es muy escurridiza, nunca pude dar con su paradero. —¿La buscabas? —Samuel y Sebastián se miraron con una sonrisa. —¡Claro que la buscaba! Quería devolverle a su hijo. —¿Su hijo? —Samuel inquirió estupefacto. Pues Arthur no le había contado sobre aquello. —¿Que no les ha dicho nada? Ella quedó embarazada del animal de su esposo. No sé bien como logró escapar, pero yo la encontré desmayada en las afueras del bosque que rodeaba la hacienda de los Fraga. Ella estaba sangrando y creí que había perdido al bebé. Un amigo doctor la trató en secreto, puesto que muchas personas le temían a White. Ella despertó alterada creyendo que su hijo había muerto, pero esa criat
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Capítulo 32
Arthur se apeó del caballo lleno de emoción. Había soñado todos esos días con el rostro de Sam al ver a su hijo, y las ansias de presenciar esa felicidad en ella lo tenía nervioso y con náuseas. Corrió hacia la puerta con temblores en sus manos y el pecho agitado. Jacqueline lo siguió con el niño en brazos, él era muy tranquilo para un niño de su edad y casi no emitía palabras.Arthur se percató de la puerta a medio abrir y entró en silencio, pues quería sorprenderla. Su corazón palpitó con intensidad al ver un florero roto en medio de la sala y algunas cosas tiradas, como si una lucha se hubiese llevado a cabo allí. Corrió con desesperación hacia las demás habitaciones de la casa mientras la llamaba con gritos llenos de angustia. —¡Sam! No, no, no, no. Sam, amor mío. ¿Qué sucedi
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Capítulo 33 (fin)
 El sudor en sus frentes y los rápidos latidos de sus corazones eran evidencia del temor que los recorría. Estaban en mano de sus enemigos y era obvio que este sería su fin.Arthur se apresuró al portón con alivio, al notar que era la pelirroja quien estaba allí, ella lo miraba con interrogantes y él entendió esa expresión y agradeció a Dios por aquella oportunidad. —Dígame, señor Connovan, ¿cree que hay alguna esperanza para mí? ¿Creé que mi alma pecadora y malvada encuentre un lugar donde pertenecer y que pueda ser admirada por alguien? —Lo creo. No tiene que ser el amor romántico, puede encontrar el amor donde desee cultivarlo. Y definitivamente, creo que puede redimir sus actos y ser una persona de bien, creo que puede soñar y hacer esos sueños realidad. —¿Ser&eacut
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Epílogo
 Un hermoso atardecer celebraba la unión de dos almas enamoradas, que se encontraron y se salvaron mutuamente.Bailes, risas, comidas y salutaciones inundaban la alegre hacienda.Una pareja admiraba a los novios bailar junto al niño inquieto, formando una danza de tres. —Nosotros Debemos casarnos, también. —Samuel susurró sobre el oído de la rubia a quien abrazaba por detrás. —Todo dependerá de usted y que tan productiva hagas nuestra hacienda —dijo maliciosa y él besó su cuello.Jacqueline había comprado la hacienda vecina y se instaló allí. Ella y Samuel la administraban, aunque este prefería los trabajos pesados junto a los demás trabajadores. Como todo hombre de hacienda con orgullo masculino, estaba ahorrando para comprar el anillo de compromiso, pues quería que saliera de su
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