Arturo entra a mi oficina con su celular en la mano sonriendo.—De la que me salvé, ¡no jodas! —se sienta aun sin verme y se inclina carcajeándose a mas no poder.Después de diez minutos me mira, está rojo de tanto reírse y se queja del dolor en su estómago, se seca las lágrimas que han brotado de la risa.—Príncipe, sí que te luciste, no te había visto tan relajado desde que salimos de la universidad.—Qué bueno que ya hayas terminado de burlarte. —lo enfrento sabiendo que tengo que seguir aguantándome la tortura del bendito video.—Tranquilo, los clientes saben que eres un joven empresario serio, pero que necesitas un poco de diversión y relax de vez en cuando, el canal de Sammy sí que está ganando por esto.—¿Qué dijiste?—Sí, Sammy tiene
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