Abrió la puerta de la habítacion que compartia con su esposo desde hace meses, encontrandolo tirado en la cama, viendo al techo con una mirada indesifrable, pero cuando escucho la puerta abrirse se enderezó lo más rápido de lo que jamás en su vida se había levantado, oliendo ese delicioso aroma mezclado con el suyo, era obvio que era ella, su mate. Se sentía un poco triste el no tener la presencia de su esposa con el, cuando un día antes estuvieron pegados como dos garrapatas enamoradas el uno al otro. Se extraño al verla ahí, toda agitada, con los jeans de ese día y una remera manga larga, no entendía como era posible que ella estuviera tan desabrigada cuando su cuerpo humano no generaba el suficiente calor como para que ella estuviera así, por lo que instintivamnente se levantó y se acercó a ella tomando una manta que estaba colocada en la sila, envolviendola en un segundo en ella.—Tienes que cuidar tu salud, no puedes estar así cuando tienes una vida más en tu cuerpo.—Habló en un
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