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Todos los capítulos de Domando Al Alpha: Capítulo 161 - Capítulo 170
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Capítulo ciento setenta y dos
—Es mejor que vayamos a dentro, ya son la una y veinte y el guiso esta hecho.—Sonrió mientras sovaba sus manos en un intento de calentarse, un jadeo de sonmbro hizo que April inclinara su cabeza hacía la rubia, quien ahora se encontraba siendo observada por todos, pero eso no le importo y casi corrio hacía la pelinegra que la veía extrañada.—Diosa Luna, guiso...¿Tiene chorizo colorado?—Preguntó anciosa, mirando hacía las puertas que se encontraban abiertas ante el descuido de los dueños y su situación. —Si, el otro día me encargue de comprar de los ,ejores ingredientes, y la carne, no tenía practicamente nada de grasa y se encontraba roja. Te aseguro que las cocineras hicieron un gran trabajo.—Empezaron a hablar, dejando a unlado a los hombres mientras acminaban charlando de comida y especias dentro de la masión.—Yo las sigo.—Anunció el alpha ajeno mientras le daba una mirada a Abdel para que le pe5rmitiera pasar, y al recibir un asentimiento miró a su representante y este entró ra
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Capítulo ciento setenta y dos
La comida sabía exquisita, los de sangre licántropa incluso pidieron un segundo plato, que no tardó en llegar pues las cocineras ya estaban preparadas para que ellos lo pidieran. Rápidamente llegó el segundo plato, el humo salía de la comida dejando saber lo caliente que estaba, y el olor que surgía de esta hizo que no esperaran ni un segundo más antes de comenzar a comer rápidamente la comida.—Cuando terminemos de comer, iremos directo a la sala de conferencias, quiero que terminemos el asunto lo antes posible, así ustedes disfrutan un poco su estadía y yo sigo haciendo mis cosas.—Habló Abdel, mirando de reojo a su esposa, que seguía ensimismada hablando con él otro alpha que le ponía atención a los dos a la misma vez.—¿Tan rápido quieres que nos vayamos? Estamos hablando de algo muy importante.—Respondió Leandro con el rostro serio.—Nunca salieron de mi boca aquellas palabras. Debe tener algún problema con sus sentidos de audición por que yo claramente dije que era para que yo t
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Capítulo ciento setenta y tres
Las horas iban pasando lentamente, como si las agujas del reloj se movieran como si un segundo durara la mitad de un minuto, las dos partes sumamente importantes de ambas manadas iabn hablando pacificamente sobre diversos temas después de un ambiente tan tenso como antes lo estaba, y mientras cada uno leía los puntos claves de el contrato, preguntaban las cosas que creían eran importantes y no entendían en su mayoria de lo que quería decir, por lo que le preguntaban a Abdel y a Morwen (que había llegado despues de esa discucion donde prácticamente la manada Capuchino suplicaba que les prestaran la mitad de sus guerreros por una guerra que tenían en Argentina) La tarde cayó a picada, en un resplandor el sol se escondió y las caras sonrientes de todos dio por sentada la reunion. Los empleados, que iban espiando de vez en cuando la reúnion sin poder escuchar gracias a que era un lugar insonorizado, se alegraron al ver he intuir que la reunion fue por buen camino, cmo si las caras sonrie
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Capítulo ciento setenta y cuatro
Después de merendar, se dispusieron a pedirles a los encargados de las habitacónes que llevasen a cada uno de sus invitados a una habitación separada a cada uno, aunque April se haya preguntado a la pareja si no queria tener una habitación para ellos dos solos, pero esta nego aclarando que el estar una noche solos no iba a ser el fin del mundo, y April rió, por que ella misma hace meses atras estaba diciendo lo mismo cuando en realidad quería estar tan pegada a el como una garrapata. Aprovechó ese tiempo en que sus inquilinos estaban dentro de sus habitaciónes solo para salir a tomar aire fresco en el jardín delantero, justo donde había tirado a la joven morena de indos y maleficos ojos marrones, no era que queria recordar esos momentos o sentirse miserable, no...no era eso, solo quería tomar aire fresco y conocer más ese jardín que era más grande que una casa promedio. Salió de la "casa" usando un poncho para abrigarse la parte del cuello y pecho, un suspiro salió de su boca cuand
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Capítulo ciento setenta y cinco
Abrió la puerta de la habítacion que compartia con su esposo desde hace meses, encontrandolo tirado en la cama, viendo al techo con una mirada indesifrable, pero cuando escucho la puerta abrirse se enderezó lo más rápido de lo que jamás en su vida se había levantado, oliendo ese delicioso aroma mezclado con el suyo, era obvio que era ella, su mate. Se sentía un poco triste el no tener la presencia de su esposa con el, cuando un día antes estuvieron pegados como dos garrapatas enamoradas el uno al otro. Se extraño al verla ahí, toda agitada, con los jeans de ese día y una remera manga larga, no entendía como era posible que ella estuviera tan desabrigada cuando su cuerpo humano no generaba el suficiente calor como para que ella estuviera así, por lo que instintivamnente se levantó y se acercó a ella tomando una manta que estaba colocada en la sila, envolviendola en un segundo en ella.—Tienes que cuidar tu salud, no puedes estar así cuando tienes una vida más en tu cuerpo.—Habló en un
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Capítulo ciento setenta y seis
Luego de terminar de bañarse con un relajante baño que ambos disfrutaron eternamente como si fuera el último, totalmente abrazados y mimandose el uno al otro, realmente lo necesitaban, eso de sentirse. Se cambiaron a un paso totalente lento, disfrutando cada segundo que podín, sabiendo que al día siguiente ellos tendrían que seguir con los invitados y el estres. Salieron del baño entre risas y golpes juguetones (Siendo que Abdel lo hacía con delicadeza y cariño y ella casí lo tira en el piso) se dirigieron hacía la cama matrimonial, con el sueño apoderandose de ellos a un paso rapido, debido a los pensamientos, energía y emociones gastadas en el día iban cayendo en sus cuerpos como kilos y kilos de plomo pesado, que solohacían que su inminente sueño comenzara a volverse más fuertes. Ambos, lobo y chica con sangre mágica, se obligaron a caer rendidos sobre la cama tapando con torpeza sus cuerpos medio desnudos, con sonrisas tontas y adormiladas mientras se fundian en un abrazo, afe
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Capítulo ciento setenta y siete
Despues de algúnos coqueteos, decidieron cambiarse con prendas formales, era una tradición y hospitalidad, demostraba que estaban a gusto con sus invitados y no les desagradaban su compañia. Bajaron entre juegos y risas la escalera olvidándose completamente por unos momentos, delos invitados que tenían, estaban sumamente felices en su interior, pues el día anterior, justo antes de salir de la sala de conferencias, acordaron con las personas de otra manada que se irian a la tarde del día siguiente, por motivos obvios como una guerra en proceso y la compra de boletos para viajar en avion hacía el otro lado dekl continente. Para su suerteno había nadie despierto, exceptuando a las responsables cocineras y empleadas que estában a su plena disposición horas antes de que ellos despertáran, cocinando lo que iban a desayunar ese día más temprano de lo normal, pues April les dejo un intirinario para que las empleadas y cocineras supieran las tres comidas de los siguientes tres días que ellos
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Capítulo ciento setenta y ocho
El recién llegado recibió un vago saludo de april, quien se habia girado de la silla para verlo unos segundos y levantar la mano para saludarlo, luego de eso volvió a su posición normla y comenzó a observar su desayuno, tomando los cubiertos y lista para atacar. La penetrante mirada calculadora y fria de el de ojos azules estaba fija en la del hombre que había entrado a el comedor segundos atrás, sin embago este fingía ignorar el hecho de estar siendo matado por la mirada de Abdel y concentrarse en lo que hacía la mujer sentada de espaldas.—Sabes, al parecer tendré que tener mucho más cuidado contigo, pues tienes esa magía de aparecer en los momentos más inuportunos a decir verdad, por lo que preciento que tu estadía sera una tortura hasta esta tarde.—Habló Abdel entre dientes mientras giraba por completo su cuerpo hacía la mesa, sabía que la atención que tenía su esposa sobre el ahora iba a ser nula, al menos hasta que se acabara el plato por completo, esto era así desde el inicio de
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Capítulo ciento setenta y nueve
Despues de estar unos grandes minutos manteniendo una charla amena, donde todos se dedicaron a almorzar y a hablar entrtetenidamente unos a otros, y era sumamente agradable, pues el hecho de que dos manads distintas de continentes distintos esten en una sala sin ninguna guerra de por medio era increible, claro que eso terminó cuando la pareja de novios decidió seguir explorando la manada como lo habían hecho con su alpha en la mañana. Ellos querían observar sus alrededores y tal vez, solo tal vez mirar los hermosos orfanatos de grandes alturas donde vivian los niños sin padres o parientes, querían visitar el lugar que tanto anciaban desde que bajaron del avion.—Entonces...¿Dónde dices que fueron ellos dos?—Habló April cuando el apha de Capuchino estaba contando como ellos habían pasado la mañana mientras que la pareja matrimonial saeguía durmiendo, pues ellos se levantaron mucho antes por el cambio de horarios de un pais a otro. Comentó que Lucas, el compañero de la chica rubia, era u
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Capítulo ciento ochenta
Ellos recorrieron la manada alrededor de cuarenta minutos, era lo máximo que podrían hacer, pues estaban tan ancianos de poder ver a los pobres pequeños que aún se encontraban sin familia que ni siquiera se dignaron a ver la belleza de ambiente en la que se encontraban, pero no los culpaban, muchos de la manada los veían pasar hablando amenamente, incluso se olvidaban que eran los importantes acompañantes de el alpha y a veces se unían a las conversaciones con las personas que iban trabajando. Con una idea maravillosa en mente, fueron directamente hacia el centro, donde el enorme edificio que será la galería siempre estaba abierto para todo el mundo, no pudieron evitar ir a la juguetera y comprar todos los juguetes unisex que podían, desde mantas y carros hasta muñecas y soldados. Estaban sumamente felices de que tendrían la posibilidad de ir a ese lugar, muchos líderes no dejaban que ni siquiera salieran de la mansión y si lograban salir los habitantes los trataban peor que un fora
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