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Todos los capítulos de Domando Al Alpha: Capítulo 151 - Capítulo 160
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Capítulo ciento sesenta y dos:
La noticia se propago a las afueras de la manada, tal vez por los viajeros que venían una vez al año a la manada con el especifico consentimiento del alpha a cargo, aquello no había sido un gran problema, tarde o temprano los del exterior se iban a enterar de que April estaba embarazada, lo único que no esperaban era que fuera tan rápido, algunos alphas les hbaían mandado cartas de sello importante donde comunicaban si había alguna forma de poder reunirse para poder habar y felicitar a la nueva Luna (Algo que no habían hecho antes, en la ceremonia formal donde e casaron, pues en ese entonces no había ningun viajero que pudiera expandír esa gran noticia a las viejas chusmas de los alphas de otras manadas, los que habían hecho un tratado de paz con ellos no habían molestado tanto en conocer a la Luna, pero los otros, los que estaban desesperados por caerle bien a la nueva Luna y pareja del alpha para que este sea piadoso y firmara el contrato para no solo estar en paz con ellos, si n
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Capítulo ciento sesenta y tres:
(Sigue estando en el flashback) Después de haber recibido esa carta, los días suguieron como normalmente iban hasta ahora, siendo que Abdel dormia un poco más de cinco horas, la mayoria del tiempo se despertaba al escuchar y ver a April salir de la cama de froma brusca, para correr al baño y tapando su boca con la mano en un intento desesperado de aguantar el vomito que estaba por salir de sus fauces, obligando a un asustado Abdel a salir de la cama a una velocidad rápida para ir junto a ella y abrir la tapa del baño apra que ella expulsara lo que tenía dentro, mientras el sostenia su cabello en una colita de caballo siendo sostenída por su mano, golpeando levemente su espanda en un intento de calmarla. april se hecho al suelo, quedando arrodillada mentras que por el apuro se sostuvo al retrete, acercando más la cabeza y vomitanto todo lo que había comido horas antes, el sabor amargo y la fuerza que se utilizó para expulsar el desecho hizo que pequeñas lagrimas se salieran por sus
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Capítulo ciento sesenta y cuatro
Despues de dejar el balde vacio en la cama, Abdel con una pequeña sonrisa en su rostro, se encaminó a la cama solo para acostarse junto a April, dejando que sus caras estuvieran cerca la una a la otra, solo a escasos centimetros, April dejó escapar una sonrisa nerviosa y agachó la cabeza.—Sabes...me cepille los dientes cuando te fuiste.—Confesó, escondiendo su cara al escuchar la repentina risa proveniente de lo más profundo de su pecho, sintiendose avergonzada. —Oh si, eso lo supe cuando cerre la puerta, escuché tus pasos a gran velocidad corriendo hacía elo baño.—Carcajeó una vez más.—Qué verguenza.—Murmuró escondiendo aún más su cabeza, sin embargo la gran mano de Abdel tomó su pera y la elevó dejando que su rostro una vez más estuviera cerca del suyo, el con una risa burlona en el suyo, y ella con la cara sonrojada.—No tienes que tener verguenza, estamos en un momento de intimidad, lo que más quiero en este matrimonio es la confianza de demostrarnos el uno al otro tal y como so
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capítulo ciento sesenta y cinco
Después de comer un delicioso desayuno que constaba de abundantes panqueques con jarabe de miel encima y un jugo de naranja exprimida, April amaba poder desayunar lo que ella le venia a la mente, era como comer el fruto más delicioso que jamás sus papilas gustativas podrían apreciar, sin embargo, el estar con su esposo y mejor amigo, era una de las cosas que le hacían sentir viva, claro que dentro de unos meses estaría su razón definitiva. Tomó el pedazo de papel que el rollo de cocina tenía, limpiándose la boca al sentir algo pegajoso en la comisura de sus labios, y observó como Abdel seguia devorando la comida como un animal, causandole gracia.—Eres como un osito.—Acotó mientras tomaba un papel limpio y hacía lo mismo que se había hecho ella misma, limpiarle donde tenía sucio. Abdel se quedó quieto, observando como ella despues de decirle "Osito" lo limpió como si fuera un bebe, sin embargo no pudo evitar que su corazón se acelerara durante unos segundos ante esa sensación.—Oh que
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Capítulo ciento sesenta y seis
En la priemera planta, donde estaban los kioscos, las tiendas de cosméticos he incluso la floreria, April estaba completamente encantada, por lo que sin esperar más de lo necesario le pidió a Cassimiro quedarse sentado en a banca, una que había sido hecha especialmente para esos momentos, refugiada en un espacio aparte donde esta tenía mas de cuatro metros de largo, permitia que la gente descanze ahí durante unos minutos, pues el lugar era excesivamente grande, estos tambien estaban distribuidos alrededor del lugar, despues que este asintiera de mala manera, coemzo a recorrr los lugares. April tenía su propio dinero, pues lo había conseguido trabajando, como ella entrenaba a los lobos aprendizes, esos días de trabajo fueron remunerados con una buena paga por su esfuerzo, y a pesar de que el día antes Abdel se había quejado, incluso había buscado su billetera para darle lo que ella necesitaba para su abastecimiento, no importara o que ella gastara, sin embargo ella nego y demostro que
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Capótulo ciento sesenta y siete
Al llegar a la mansión, se dedicó junto a Cassimiro durante horas a acomodar las compras que ella misma había hecho, notaba como su amigo se encontraba de mal humor, y eso no había pasado desapercibido por ella durante todo su viaje ese día. Mientras quitaba las frutas y verduras de las bolsas verdes que contenian el logo de reciclaje en ellas (cada marca y empresa tenía quella cualidad) veía de reojo a su hermano, que se encontraba hacíendo lo mismo que ella, solo que sostenía en una mano una cajua de huevos mientras que con la otra los ponía en el lugar correcto de la heladera, su cara sería y amargada (Más de lo que comunmente seria) estaba presente a cada momento, le hacía recordar a como era antes Abdel, un lobo amargado y violento con quienes se interpusieran en su camino, pero con ella fue diferente, un poco brusco pero sabía que algo dentro de el le impedía ser y actuar como normalmente lo era con la gente, y ella desde un principio supo que era por ser su mate, ahí el foco den
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Capítulo ciento sesenta y ocho
Eran lagrimas, esas que caían como cascada desde sus ojos, y seguian camino hasta por fin caerse o tal vez seguir la corbatura de su cuello. Unos brazos delgados lo arroparon, abrazando su cuerpo con fuerzas, aquellos apéndizes ajenos se sentían raramente como una cálida manta que lo cubría en un día humedo y triste, donde las nubes grises enojadas cubrian todo el cielo, ocultando con envidia la belleza del sol, donde a psear de la triste situación tan funebre y sombría podría apreciarlo de diferente manera, verlo con nuevos ojos, tal vez imaginarse sentado en una banca, viendo la lluvia caer en un ligero rocio que no llegaba a ser llovizna, una taza caliente en sus manos, que matendría a su cuerpo fuera del frio y el cosumirlo le haría olvidar sus penas, como su propio alcohool, contrarestando el limpio frio del ambiente, y sin olvidarse de la manta la que cubrria sus piernas de cualquier peligro, como si tuviera un campo protector o agua bendita para que los monstruos no se acercas
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Capítulo ciento sesenta y nueve
El hombre lobo salió corriendo despavorido hacia donde estaba el mate de su hermana. April se había quedado en la cocina con una gran sonrisa en el rostro, era divertido ver como se había puesto con solo gritarle que se marchara, tenía que usar esa voz más seguido si quería que alguien hiciera algo por ella, suponía que era por el título de Luna de manada que tenía, creaba un poder extraño en ella al igual que en las demás Lunas de la manada, suponía que era el favor de la Diosa Luna, la que le daba una gota de su poder a sus hijas, las que consideraba dignas para sus otros hijos, ella era la que unía los hermosos lazos de almas gemelas con los que eran de la especie licántropa, April sabía que la única hija de sangre que tenía la Diosa Luna había sido Alex, una mujer de las mismas características que la diosa Luna, ella había tenido un hermoso romance con el dios del inframundo, pero luego de una trágica separación, ella se entero que esperaba un niño en su vientre, y su enojo y des
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Capítulo ciento setenta
La semana para la pareja pasó sumamente rápido, como si el suave soplor del viento se llevase volando las horas y días desde aquel momento. Esa misma tarde los invitados caerían en su manada, siendo escoltados por dos guardias (uno de ellos siendo el mismísimo Thiago) de la manada Ricoparis, quienes hace tres días se habían ofrecido y retirado para escoltarlos. La pelinegra de hermosos ojos verdes se encontraba totalmente nerviosa, moviendose de un lado a otro através de la cocina donde las cocineras y cocineros se enfocaban en hacer el platillo que ella misma había pedido fuera totalmente perfecto, pues ellos querían que la primera impreción fuese perfecta, y el encanto y anciedad que trasmitía April se les contagiaba. A veces ella se acariciaba el vientre en una acción inconciente con claro nerviosismo, ella les había pedido a los empleados (quienes habían empezado a trabajas hace solo algunos días) que hicieran un delicioso guiso con chorizo colorado y carne, que era uno de los
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capítulo ciento setenta y uno
Sus oídos llegaron a oír unos aplausos que resonaron desde la rural entrada al jardín delantero que tenía la mansión de Ricoparis, hacíendo que April, quien antes estaba concentrada en mirar a la linda morena de ojos marrones y vestido suelto de color verde, ser llevada de sus dos brazos por los guardias que anteriormente custodiaban la entrada de la masión pero por ordenes directas de una enfadada April escoltarían bruscamente a la invitada no deseada a las afueras de su territorio, girara su cabeza en un momento de instinto hacía esa dirección dando un vergonzoso respingo ante ese repentino he ilógico ruido en el eterno silencio en el que ellos estaban, claro sin contar los chillidos de la morena. April sabía y estaba enterada de que su esposo estaba detrás de ella, en realidad, desde hace mucho tiempo que el se encontraba en la puerta, como un idiota paralizado ante la escena que acababa de pasar y observando a la persona que aplaudia sin decir ni una sola palabra, el fuego de
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