Mathew puso sus manos sobre las del omega, porque eso era. Un puto omega con el aroma más llamativo que hubiese disfrutado su olfato. Escuchó el seguro de la puerta y su corazón comenzó a latir con más fuerza que cuando escuchó la voz de éste; pasó saliva en seco, no sabía que decir o moverse para algún sitio.— ¿Estás nervioso, pequeño alfa? — No respondió — No pareces el tipo de alfa que se queda callado.— No... Yo...— Estas nervioso, puedo sentirlo — ni siquiera había alejado sus manos — ¿Por qué lo estás?— No lo sé — dijo, sincero — No había pensado en esta parte.— Entraste a una página de citas a ciegas, te pusiste en contacto conmigo sin conocerme y aquí estás, listo para cumplir tu fantasía sexual — alejó sus manos — Al menos que desees podemos detenernos aquí...— ¡No! — Se aclaró la garganta, se había oído patético — Lo siento, nuca había estado en una situación como esta antes.— Es de esperarse, pequeño alfa — tomó su brazo, y
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