Y ahí estaba Luke, sobre las piernas de Nathan comiendo... lo que ya todos sabemos como si fuera lo único bueno de su vida, y Nathan no hacía nada para impedir que lo siguiera haciendo.Además, debían de aprovechar esas pocas horas que ambos tenían juntos ese día antes de que su cuento acabara una vez más por las cosas de la vida.— Te extrañé mucho, pequeño —murmuró Nathan, sobre su cuello quitando los botones de la camisa escolar que traía puesto el niño.— Espero que algún día me dejes de decir pequeño y niño —bufó, entrando un chocolate a la boca.— Nada de eso, para mí siempre serás peque&nti
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