Suspiró mirando el reloj en su muñeca, contaba las horas en las que por fin terminaría esa maldita excursión en su empresa. Tenía todo listo en su vida no podía quejarse de nada. Era hermoso, millonario, poseedor de la mejor empresa de chocolates en todo el mundo, pero sobre todo tenía buen sexo cuando se lo proponía.No estaba comprometido, no estaba casado y mucho menos tenía algún novio, si, era abiertamente homosexual. Tenía que sonreír cada vez que decían su nombre para preguntar cualquier cosa, hacia ese tipo de excursión una vez al año por lo que estaba agradeciendo que solo fuera ese día y nada más.— Es hora de comer. Muchas gracias, señor Jackson. Por dejar que mis alumnos vinieran hoy a su empresa —dijo el maestro,
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