Enero 1999Mientras miraba por la ventana el jardín que fue suyo por años sintió un gran pesar, pues cada rincón guardaba sus secretos más íntimos. Toda niña sola charla con los árboles, las piedras el viento. Y cuando era pequeña le contaba sus tristezas al viento para que este se las llevara lejos y aunque no funcionaba, al menos podía desahogarse. Irse apestaba, no poder quedarse apestaba. Pero aunque gritase nada sucedería, porque aunque ella elevase la voz, no sería escuchada.
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