Hermana de Mentira
橙橙
Tres meses antes de nuestra boda, recibí el golpe más inesperado de mi vida.
Mi novio publicó en sus redes una imagen del acta de matrimonio… ¡con Celia, mi hermana adoptiva!
Pero eso no fue lo peor.
Junto a la publicación, también compartió una sesión de fotos en la que ella lucía orgullosa su pancita de embarazo.
El pie de foto rezaba:
«Hoy oficialmente le damos la bienvenida a nuestra pequeña bendición.»
Entre los primeros comentarios aparecía el de Celia, el cual solo constaba de un emoji de carita sonrojada.
Y, como si eso aún no fuera suficiente, mi mamá le dio «me gusta» y añadió:
«Cuando nazca el bebé, yo se los cuido. Ustedes disfruten su vida de pareja.»
Y yo no aguanté. Mi corazón latía con fuerza y apenas podía procesar lo que estaba viendo. Por lo que, lo único que pude escribir fue un simple «¿?» en los comentarios.
En cuestión de segundos, mi móvil comenzó a sonar, cuando él, mi novio me llamó para regañarme como si la equivocada fuera yo.
—¿Qué te pasa, Eva? ¿Estás loca o qué? ¡Solo es un matrimonio por un año! En cuanto nazca el bebé, me separo de ella y ya está.