Entré Las Sombras
Ya la conocía desde antes de que naciera. Nuestro lazo era tan fuerte que podía sentir su presencia en mi alma. Era mía, pero el destino nos separó cruelmente. Cuando la encontré de nuevo, supe que debía llevarla a la oscuridad y ser felices juntos. Ella debía estar conmigo y con nadie más. Su cuerpo, su alma y su sangre me pertenecían. Yo era su mate, el único que podía protegerla y amarla como se merecía. La conocí en la escuela, éramos inseparables, pero un día el destino la arrancó de mi lado y la llevó muy lejos. Cuando la busqué, los cazadores me atraparon y me borraron la memoria de ella. Pasé años vagando sin rumbo, hasta que un día, mientras caminaba por el bosque, sentí el dulce aroma de mi mate. Corrí como loco, gruñendo entre los árboles, y ahí la vi, hablando con una chica pelirroja. Me acerqué más y vi a mi mate, riendo de lo que sea que le haya dicho la pelirroja. Mi lobo ronroneó ante el aroma de mi mate, quería marcarla, quería hacerla mía, pero debía ser cuidadoso. No sabía si ella me recordaba, o si había alguien más en su vida. Pero no me iba a rendir, haría lo que fuera para tenerla de nuevo. Ella era mía, y yo era suyo. Y nadie nos iba a separar.
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