Viviré bien.
Imagina esto: un día, mientras vas al trabajo como cualquier otro día, de repente todo cambia. Te secuestran. Sí, lo que oyes. Pero antes de que empieces a entrar en pánico y a pensar en llamar a la policía o en resistir como en las películas, déjame decirte algo: olvídate de eso.
Llamar a la policía, ¿para qué? Resistir, ¿en serio? Nada de eso. Aquí va un consejo de oro: si te secuestra un mafioso extremadamente sexy con varias fortunas, lo mejor que puedes hacer es disfrutar la vida como si estuvieras de vacaciones indefinida y derrochar todo el dinero como si nunca fuera a acabar, aunque ahora que lo pienso, parece no tener fin.
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