Tras mi muerte, mi mate besó mi cadáver
Solo por haberme olvidado de traer de vuelta a la amante de mi mate, dejándola sola en el desierto durante tres horas, él montó en cólera y me arrojó a un pozo en medio de la nada.
—Prueba lo que ha sufrido Melinda.
El profundo y estrecho pozo me dificultaba la respiración, debido a que tenía que encorvarme.
Al final, le confesé mi error y le pedí ayuda, solo para que me reprendiera con frialdad:
—Reflexiona aquí sobre tu error. Esa es la única manera en la que aprenderás a comportarte como una verdadera Luna.
Dicho esto, ordenó a uno de sus hombres que bloqueara la boca del pozo con una pesada roca.
Grité con desesperación, escalé, una y otra vez, pero fue en vano. No hacía más que caer. Las paredes del pozo estaban cubiertas de las huellas de mis intentos de salir de allí. Hasta que finalmente mi garganta se resecó y ya no pude emitir sonido alguno.
Dos semanas después, cuando él vio el regalo de cumpleaños que le había reservado, tuvo piedad y decidió poner fin a mi castigo, pero no sabía que mi cuerpo, en el fondo del pozo, había sido roído por gusanos y serpientes.