ENCUENTROS FURTIVOS
Cada uno ellos tiene un motivo en ese restaurante, pero la lluvia y el novio que nunca llega, hacen que sus mundos se encuentren.
Desde allí, Olivia y Carlos establecen un patrón de conducta bajo la mesa y otro poderoso sobre la cama. No saben de sus vidas, no conocen apellidos, no saben a qué se dedican, cómo han adquirido lo que tienen y mucho menos, si tienen a alguien esperando en casa.
Tampoco se envían mensajes, no se llaman, solo lanzan sobre el colchón que la próxima vez, a una hora y bajo una se verán en La Napolitana.
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