¡Me niego a divorciarme!
Después de tres años de matrimonio, él la despreciaba como si fuera algo inservible, mientras idolatraba a otra mujer, su amor platónico, como si fuera un tesoro. La ignoraba y la trataba con severidad, su matrimonio era como una prisión.
Leonora Fernández lo soportaba todo, ¡porque amaba profundamente a Mario Lewis!
Hasta aquella noche de lluvia torrencial, cuando él la dejó embarazada para volar al extranjero y estar con su amor platónico, Ana se arrastró para llamar a una ambulancia con las piernas sangrando...
Finalmente, se dio cuenta: él nuca se enamoraría de ella.
Leonora escribió un acuerdo de divorcio y se fue en silencio.
...
Dos años después, Leonora regresó, rodeada de innumerables pretendientes.
Pero su despreciable exmarido la empujó contra la puerta, acercándose cada vez más: —Señora Lewis, ¡aún no he firmado en el contrato de divorcio! ¡No pienses en estar con alguien más!
Leonora, con una sonrisa serena, respondió: —Señor Lewis, ya no hay nada entre nosotros.
El hombre, con los ojos ligeramente enrojecidos y la voz temblorosa, repitió los votos matrimoniales: —Mario Lewis y Leonora Fernández, juntos para siempre, ¡el divorcio está prohibido!
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