Tú, me perteneces.
Las deudas de Valeria se acumulaban y la hipoteca de la casa que había heredado estaba a punto de vencer. Desesperada, Valeria sabía que tenía que tomar una decisión drástica para salvar su hogar.
Una tarde, mientras revisaba sus opciones, encontró un anuncio en internet sobre la venta de óvulos. La suma de dinero que ofrecían era considerable y podría resolver sus problemas financieros. Sin embargo, la idea de vender una parte de sí misma le resultaba perturbadora. Pasó días pensando en la propuesta, luchando con sus sentimientos y la necesidad de sobrevivir.
Finalmente, la presión de las deudas y el miedo a perder la casa la llevaron a tomar la decisión. Valeria se dirigió a la clínica de fertilidad con el corazón pesado, pero decidida a seguir adelante. El proceso fue rápido y profesional. Los médicos le explicaron todo con detalle y le aseguraron que sus óvulos serían utilizados para ayudar a parejas que no podían tener hijos.
Después de completar el procedimiento, Valeria recibió el dinero y pudo pagar la hipoteca y algunas deudas. Aunque se sentía aliviada, una parte de ella no podía dejar de pensar en los óvulos que había vendido. ¿Qué pasaría con ellos? ¿Quiénes serían los padres de esos posibles hijos? Pero después se enteró de una trágica noticia que la hizo tomar la decisión de buscar al hijo procreado de su óvulo.
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