El precio de la traición
Después de alcanzar el punto más alto de mis ambiciones y convertirme en un hombre de extrema importancia entre la comunidad cristiana a la que pertenecía, ocupando un puesto eclesiástico de suma valor, me dejé llevar por la soberbia, cegado por los impuros deseos del alma y del espíritu. un corazón totalmente corrompido por el pecado y terminé cometiendo actos tan inmorales que empañé mi propio nombre, desmoralicé a la iglesia, perdí a mi familia, escandalice el santo propósito de Dios y finalmente terminé cayendo en un pozo profundo, tendido en la cuneta de la vergüenza, criticado por todos aquellos que alguna vez me admiraron, escucharon y practicaron mis enseñanzas, discípulos hechos por la audacia de mis acciones y palabras. Sin embargo, un día fui rescatado por la infinita misericordia divina que me devolvió la fe, la santidad, la salvación y todo lo que había perdido antes porque olvidé que en la vida lo más importante es nunca desviarme del amor de Dios.
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