Después de mi muerte, mi marido empezó a amarme
Sin ningún pudor, mi esposo llevó al velorio a su primer amor, a quien nunca dejó de recordar, después, ambos tuvieron relaciones en la que había sido nuestra cama.
—Por fin, ya no tendré que ver a esa mujer —dijo ella, con satisfacción.
—Araceli, ¿por qué no has vuelto? —preguntó él más tarde, aferrándose a mis cosas.
Parecía haber olvidado que fue él quien, con sus propias manos, me condujo a la muerte aquella noche, cuando me extrajo toda la médula ósea para dársela a su primer amor, sellando así mi destino y el de la vida que llevaba en mi vientre.
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