Una sensación de triunfo, y una sensación opresiva en lagarganta sospechosamente parecida al nudo de una soga, asaltaron a Enrique enese momento.Era necesario, era lo que debían hacer, la única manera depoder reclamar a su hijo, como heredero y la única manera de tener a Constanza.La idea de tenerla hizo que su entrepierna despertase a lavida de una manera elemental la deseaba con una ferocidad que le resultabadesconocido.La habría deseado en cualquier caso, pero la intensidadganas de tenerla, de entrar en su cuerpo y unirse en ella, eso tenía que estarconectado con el embarazo, porque no lo había experimentado nunca. Habíaexperimentado deseo, el más básico que no tenía, nada que ver con la emoción, yhabía estado enamorado pero nada de eso se parecía a lo que sentía por Constanza.Podría satisfacer su deseo sin casarse, pero el matrimonioera necesario para tener la clase de relación que él quería tener con su hijo yla única manera de darle todo lo que quería.- Pero acep
Enrique se encogió de hombros- No creo que la naturaleza de nuestra relación sea asuntosuyo- ¿No quieres que sepan cómo se concibió el niño?- Ellos no sabían nada del problema de fertilidad de Javierapara ella era muy importante que nadie supiera- Entonces no creo que sea importante que tus padres sepancómo se concibió el niñoAún que le rompía el corazón saber que iba a vivir el sueñode otra mujer. Le gustaría ser sincera sobre la concepción de su hijo pero erael deber de Enrique proteger el secreto de ella.- Bueno, te dejo para que te prepares.- Dijo Enrique.-Volveré a buscarte dentro de una horaConstanza vio a su prometido Enrique cerrar la puerta, unaparte de ella quería estar más cerca de el y la otra decía que se alejara. ....Luego cuando entro al comedor era demasiado grande. Un niñono podría sentarse en esa mesa no podría un niño ahí comer galletitas o dibujarsobre la mesa, y no por primera vez que acepto su propuesta de Enrique sepreguntó si había hecho bien
Constanza hizo una mueca cuando el corsé del vestido declavó en su costado. Hacía calor, mucha calor, y la humedad era altísima elambiente cargado aumentaba las náuseas que se habían convertido en susconstantes compañeras.La empleada la estaba ayudando a vestir le había dicho queel anuncio del compromiso era una ocasión formal. Y tendría que llevar unvestido adecuado. De modo que ahí estaba maquillada y embutida en un corséesperando tras una cortina roja el momento de salir al balcón con Enrique. Paraanunciarse su compromisos a las cámaras de televisión y a la gente que esperabaahí abajo.Porque no eran solo los ciudadanos de Turan. Si no que elmundo entero, Enrique era un hombre carismático y popular en su país, y fuerade él, a su boda acudirían personajes de todo el mundoNada de presiones pensó irónicaRespirando profundamente intento no ver qué sus pechosparecían querer escapar del escote imperio del vestido azul. Supuestamentetendría que ser pudoroso y podría haberlo
El vuelo a la isla Maris fue tan corto que aterrizaron sólodiez minutos después de despegar. La isla era menos montañosa que Turan conplayas de arena blanca que terminaba en grandes campos de olivo.No habia ningún coche esperando cuando bajaron Enrique se fue todo el vuelo hablando por teléfono. Y Constanzaestaba nerviosa y emocionada nerviosa por la idea de estar solo con el en unsitio tan aislado y romántico- Lo de la luna de miel era una broma ¿Verdad?.- Pregunto Constanza,el la miro con sus ojos tan oscuros.- Prometí no forzarte a nada pero eso no significa no poderseducirteEl estomago de Constanza se sentía como si estuvieran milesde mariposas batallando- Bueno, eso no...tú no...no quiero que digas esas cosas.- Enriquese inclinó hacia ella- ¿Que te dije de los retos?- Yo...Constanza no pudo evitar su mirada y sentía que se acercabancada vez más, pero él se separó bruscamente como si no hubiera pasado nada- La casa está muy cerca, al final de ese campo de olivo
Enrique abrió la puerta del dormitorio de Constanza, sinllamar siquiera, ella estaba dormida y su belleza le robo el aliento, se sentíacomo un hombre hambriento desesperado.- Constanza..- Murmuró sentándose al borde de la cama.- Constanza...- Repitió apartando el pelo de su cara, ella parpadeo varias veces unfemenino suspiro saliendo de sus labios.- Vamos despierta..Constanza se pasó una mano por sus ojos, su cabellodespeinado expandido por la almohada, nunca había visto una mujer tan bella,penso.- ¿Enrique?.- Lo llamo por fin con una voz ronca de sueño yera lo más excitante que Enrique había escuchado en toda su vida- Ha llamado mi doctora.- Eso pareció despertaba del todo.- ¿Y que a dicho?- Que no soy portador, no hay ninguna posibilidad quenuestro hijo padezca de fibrosis quísticaUn sollozo escapó de la garganta de Constanza, y Enrique laabrazo, dejando que ella liberará la tensión, hasta que su cuello estaba húmedopor las lágrimas- Tenía tanto miedo....- Musitó e
Después de hablar, con el propietario del casino, Enriquesoltó una palabrota no porque el problema fuera difícil de resolver, si no porel insatisfecho deseo que lo volvía loco.No podía creer que estaba a punto de hacer el amor con Constanza,en el jardín, con la tosquedad de un adolescente. El nunca habia perdido elcontrol de ese modo, el siempre se tomaba su tiempo para seducir a una mujer,Javiera no lo hubiese querido de otra forma, y siempre había pasado al menosuna hora excitandola. Antes de llevar la cosa a su natural conclusiónPero con Constanza no había habido música ni velas nihambiente romántico. Había estado dispuesto a perderse en ella sin juegosprevios. Enrique no conocía esa parte de sí mismo una parte que solo Constanzaparecía despertarEl era un hombre que se enorgullecía de su autocontrol y quesiempre pensaba bien las cosas antes de hacerla, pero su preciosa prometida lamujer que esperaba un hijo suyo le robaba el corazónEra lo desconocido lo que hacía que
El la miro un poco sorprendido- He estado enamorado, pero no creo que pueda a amar aninguna otra mujer, después de Javiera, no quiero amar a nadie más.- Le confesóEnriqueNo porque estuviera atado a su recuerdo, si no porque elsufrimiento al final de su matrimonio no había merecido la pena, no tenía elmenor deseo de volver a pasar por eso- ¿No crees que vayas a conocer a alguien más?- Voy a casarme contigo, tú eres alguien más- ¿Pero si te enamoraras de otra mujer ¿Me lo dirías?- Eso no va a pasar- Pero si fuera así.- Insistió Constanza - ¿Me lo dirías? Noquiero quedar en ridículo- Te lo diría.- Respondió Enrique por fin.- Te doy mipalabra de que si tuviéramos una relación física jamás te sería infiel- He estado pensando mucho en lo que pasó en la piscina .-Le confesó Constanza entonces Enrique trago saliva intentando disimular la tensión, perocuando el miro a Constanza a los ojos se dio cuenta que ellaestaba excitada, y el más que dispuesto a aceptar su oferta.-
Enrique se apartó y volvió a empujar denuevo dejando que seacostumbrara y cuando la penetró por tercera vez la sensación de incomodidadhabía desaparecido. Constanza suspiro de placer, la dulce sensación delinminente orgasmo naciendo en su pelvis denuevo- Oh Enrique .....El enterró la cara en su cuello, moviéndose con fuerza adelante y hacia atrás, era maravilloso, se decian cosas al oído, haciéndolesaber al otro cuanto disfrutaban y cuando sintió que estaba a punto de caer alprecipicio de nuevo se lanzó de cabeza.Si el primer orgasmo había sido un alivio, aquel fue unaexplosión de sentimientos, no pudo evitar el grito ronco que escapó de sugarganta mientras el empujaba con fuerza, por última vez abrazándola hasta queel ritmo de sus corazones volvió a ser normal- Yo no sabía ...- Empezó a decir Constanza - No sabía queperder el control pudiera dar una sensación de poder- ¿Ah sí?- No sabía que pudiera ser así- ¿Ha sido tu primer orgasmo? .- Le pregunto Enriquesorprendi