Capítulo 67
El hombre en la cama, que ya estaba de por si borracho, con la cara roja como un tomate, en ese momento estaba aún más rojo.

Al ver a la mujer lanzándose hacia él, extendió los brazos para abrazarla por instinto.

Cada una de sus células se sentía abrasada, ardiente, como si estuvieran gritando y exigiendo que le quitara la ropa a la mujer en sus brazos sin pensarlo más y la hiciera suya. Justo cuando sus manos querían ceder a esos gritos, una fragancia penetró en su nariz. Eso hizo que su cerebro se despejara un poco.

Ese olorcito no era el de su esposa.

Su instinto hizo que lanzara a la mujer que tenía en los brazos lejos de él.

El era fiel por lo que una mujer que no era su esposa, jamás la tocaría.

Su esposa es una obsesionada de la limpieza y de la pureza y percibiría fácilmente un olor extraño. Si se enteraba que estuvo con otra mujer, ella jamás se lo perdonaría.

Aunque David estaba algo fuera de sí, sabía perfectamente qué le molestaba a Esmeralda y cuál era su límite. No hablem
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