En cuanto Támara bajó de la noria con sus hermanos y Pierre, Justin se acercó a ella, cargó a la hermana de Támara que lo abrazó con confianza y reposó su cabeza en su hombro cerrando los ojos, Támara cargó a su hermano. —Que tengan buenas noches —murmuró Justin tomando la mano de Támara y se alejó con ellos. Valentina los miró con una sonrisa triste. — ¿Por qué lo hiciste Valentina? —Preguntó Pierre—. Támara se apartó para que pudieras arreglar las cosas con Justin. —Yo no quiero arreglar las cosas con Justin —murmuró con voz entrecortada. —No es lo que parece. — ¿Crees que soy necia? No estoy feliz con mi decisión. —Obviamente no, por eso te preguntó ¿por qué lo rechazaste? —Porque es lo correcto para todos —contestó muy resuelta. —Eres mejor persona que yo Valentina —le respondió Pierre agarrando su mano y caminando con ella—. Yo no despreciaría una oportunidad con Paola y ella ni siquiera me corresponde. —Amigo mío, vayamos a beber unos tragos de esos de colores. —Buena
Chloe era pedante, Paola al verla no podía dejar de pensar en la similitud de sus gestos y personalidad con el Joseph que conoció, el hombre antes de enamorarse de ella; el hombre que por momentos vuelve a ser después que tuvo que matar a Wilmer. Chloe no se amilanó y en vez de mostrar arrepentimiento por su treta solo los desafiaba diciendo que ellos no eran mejores que ella. —Piensa de nosotros lo que quieras Chloe, pero aún podemos parar todo esto y tu actitud no ayuda —increpó Joseph. — ¿Cómo quieres que me comporte? —Inquirió Chloe—, lucharé por mi hijo hasta las últimas consecuencias como una leona. No me arrodillaré ante ustedes por perdón, sé que han venido a tratar de hacerme entender, así que no pierdan el aliento… La puerta de la habitación fue abierta y entró la doctora de Chloe. —Señor Rinaldi, por favor acompáñeme. Joseph salió y Paola iba detrás de él, pero Chloe la llamó con voz urgida. —Paola por favor espera un momento. Paola no quería hacerle caso, pero la mu
Joseph siente que de nuevo atraviesa un infierno, pero esta vez es diez, no… cien, quizás mil veces peor.—No puedes hacerme eso Paola —pronunció con los dientes apretados—. No puedes entregarte.—No es lo que haré —explicó Paola negando con la cabeza—. Te prometí que no lo haría, pero necesito explicarles a las hermanas y dejarlo en sus manos, expiar mis pecados de alguna manera…— ¿Es por eso que me dejas? —Joseph se acercó a ella y la tomó por los antebrazos—. No creo que quieras irte.—Sí quiero hacerlo…— ¡No! Maldición Paola, mi cordura está atada a ti…Paola se puso muy roja, pero aunque quería ya no pudo reprimir su llanto.—Por eso también necesitamos alejarnos.— ¿Por qué Paola? Tienes esta absurda necesidad de castigarte…—No sé si es eso, pero ir a Venezuela es algo que he postergado demasiado.— ¿Por qué no puedes esperar a que yo te acompañe?—Porque el compromiso de ir es mío, no tienes por qué hacer agenda para ello.—Se supone que eres mi esposa.Paola limpió sus lágr
Un mes después.Venezuela.Paola se estaba quedando en la hacienda de los Mendoza, Robert había aceptado sociedad con las empresas Rinaldi y Emily hablaba a diario con Joseph desde su propio teléfono celular, única razón por la que la niña estaba conforme, pues aunque le encantaba compartir con las hijas de sus padrinos extrañaba su casa.Eso le decía a Paola y a Joseph le decía que debía venir a Venezuela.Paola había mantenido su palabra de no interponerse, pero después de pasar unos días sintiéndose muy mal de salud su resolución estaba cada vez más frágil y se moría por regresar.Ayudaba en el orfanato y Elena le dijo que cuando quisiera tenía trabajo en cualquiera de los restaurantes en los hoteles Larsson, o si quería abrir uno propio podía apoyarla.Paola por los momentos se dedicaba al orfanato y a la hacienda, pues estaba supliendo a la cocinera de la enorme hacienda.Aunque Johana la quería tener como huésped Paola se negaba a estar sin colaborar y cocinando para el ejército
En Venezuela Paola entra a la capilla y ve al padre explicarle a los niños que se preparan para su primera comunión lo complejo que es el perdón.—Padre, pero si a uno se le olvida lo que le han hecho, entonces lo toman de idiota.—Objetó un jovencito y el resto afirmó con la cabeza.El padre sonrió con ellos y contestó:—El verdadero perdón está en el olvido, mientras recordemos y sintamos ira quiere decir que no hemos perdonado realmente.— ¿Y cómo evitamos ser idiotas? —Insistió el niño.—Es imposible olvidar lo que te hicieron —dijo una jovencita.—Yo no tengo problema en perdonar, pero que se quede bien lejos de mí —acotó otra niña.El sacerdote conservando su eterna sonrisa no contradijo a ninguno, pero exclamó:—Un corazón lleno del Espíritu Santo no puede albergar resentimientos, escuchen bien, debemos anhelar tener un corazón limpio como el cristal y dulce como la miel, otorgar el perdón no libera a quien nos hace daño, nos libera a nosotros de la opresión que da el rencor. E
Joseph llegó en un auto blindado y con chaleco antibalas debajo de su camisa, igual Rebeka y Diego. Antes de bajar esperaron que el equipo de Diego les indicara que era seguro. —Estoy aquí porque no me gusta que hayan nombrado a Paola, se supone que con la muerte de los Padilla, Paola estaría bien. —Gracias por hacer esto —le indicó Rebeka. Joseph sonrió. En verdad a Joseph no le importaba lo que pasara con él, una vez más cuestiona la utilidad de su presencia en el mundo. —Supongo que hacer un favor a un amigo es lo más productivo que puedo hacer el día de hoy. —Tengo entendido que sus empresas están mejorando a buen ritmo —expresó Rebeka siendo amable. —Ajá… —Contestó Joseph—. Eso también es algo bueno. —Paola se siente aún culpable ¿Por eso fue a Venezuela? —Inquirió Rebeka. Joseph la miró. —Supongo que con ustedes están a salvo mis secretos. Paola me abandonó, todo lo que ha querido siempre es alejarse de lo que Wilmer Padilla representó y yo lo asesiné. Creo que cuando
Joseph una hora más tarde estaba en el jet privado de los Larsson, las chicas estaban en una habitación del avión descansando, Justin estaba en un asiento y movía una pierna como las alas de un colibrí, obviamente estaba ansioso por llegar a Venezuela.—No entiendo porque exactamente te envían a ti, Justin.—Rebeka le pidió el avión a Sebasthian, la idea es de Diego para desviar la atención, quieren seguridad para las chicas, el avión de los Coppola también despegó.—Eso lo entiendo, pero no entiendo tu presencia.Justin lo miró muy serio.—Sabes perfectamente que Támara y Paola son amigas, pues Támara me abandonó y se fue con ella.Joseph se sorprendió.—Perdona la indiscreción, pero me parece que quedarte con Támara nunca fue tu intención, te hace un favor.—Ese es el problema, a Támara le encanta hacerme favores, pero siempre no solicitados —Justin miró a Joseph y él pudo reconocer su frustración—. Es cierto que nunca pensé que Támara sería la mujer con la que quería compartir mi v
—Paola, necesito que vengas un minuto y le confíes el desayuno a las demás.Quién habló fue la madre Carmela que estaba junto a Joseph, pero Paola solo podía verlo a él.Se quitó el delantal y lo puso en la mesa, Johana bajó del mesón y se puso el delantal.—Quizás haga algún arreglo a la receta —exclamó Johana—. Aunque no creo que esta vez le importe —murmuró y Belinda afirmó a su lado.Joseph les dio la espalda y salió con la madre Carmela.La hermana Teresa tomó a Paola del brazo y le sonrió antes de que ella saliera.—Tienes razón, tu esposo es un hombre muy guapo como príncipe de cuento.Paola la abrazó y le dio un beso en la mejilla antes de caminar en dirección a la oficina de la madre, sabía que Teresa había visto sus cicatrices en los brazos, su bastón, pero entendió como lo veía Paola.Paola llegó al despacho y casi se desmaya al ver a sus amigas esperándola, al verla rieron entre lágrimas y la abrazaron.—Pero… ¿Cómo es posible?—Tu esposo nos trajo de vuelta y lo important