Finalmente llegó julio y nuestras vacaciones comenzaron, papá mandó el avión privado de la empresa por nosotros, Sebastián, Xander y yo estábamos en el aeropuerto esperando por Ari, Mariano, Tomy y Caroline. Apenas llegaron nos subimos en él y partimos rumbo a Oviedo.
Poco más de una hora después aterrizamos en el aeropuerto de Asturias. Donde nos esperaba José, el chofer de la familia, con una camioneta enorme con lugar para todos. Tomaba cerca de una hora ir hasta Oviedo, pero el paisaje era majestuoso, de fondo el mar, y luego se abrían paso las sierras. Finalmente llegamos a la mansión.
Mis padres salieron a recibirnos y después de intercambiar besos y abrazos entre todos, pasamos al comedor para almorzar, fuimos poniéndonos al día a medida que comíamos.
—Les tengo una sorpresa para todos —dijo mi padre en tono misterioso y juguet&oacut
Finalmente llegó el 20, el día de la operación de papá. La noche anterior apenas pude dormir, me encontraba ansiosa, nerviosa y asustada, sabía que lo atendían los mejores médicos del país, pero, aun así, toda la situación me ponía los pelos de punta. Mis padres salieron muy temprano para el hospital, debían ingresarlo. El resto de nosotros desayunamos en la casa todos juntos. El ambiente era muy tenso, casi no decíamos palabra. Apenas terminamos fuimos para el hospital. No estaba preparada para lo que vi al abrir la puerta de la habitación. Ver a mi padre conectado a diferentes maquinas, y con cables pasando por todo su cuerpo me impactó, las piernas me temblaron y tuve que sostenerme del umbral de la puerta para mantener el equilibrio. Pero traté de que mi cara no refleje lo que me pasaba por dentro, no quería sumarle más tensión a todo lo que &eacut
Cuando crucé la puerta, solo se escuchaban sollozos y llantos por doquier. Me metí en el despacho, me hice una bolita en el sofá y me concentré en mi respiración, como si tuviera que recordarme cómo respirar. Sentí enormes deseos de llorar, podía sentir las lágrimas agolparse dentro de mí, y el nudo en la garganta listo para estallar, pero no pude hacerlo. Temía que si empezaba ya nunca podría parar. Me vino a la mente la imagen de una estatua de piedra. Fría, inmóvil, sin vida. Así me sentía. Mi padre se había ido, lo había perdido, ya no lo vería más, rompió su promesa, me abandonó. ¿Por qué ahora? ¿Por qué cuando recién lo había recuperado? ¿Cómo podía seguir ahora? ¿Por qué cada hombre que amaba debía alejarse de mí? ¿Estaba conden
Unas fuertes manos me agarraron por los bíceps, y me pusieron de pie, luego me giró y me llevó hasta su pecho, me abracé a él, y escondí mi cara entre sus hombros, no sabía bien si estaba alucinando o si realmente era Dante quien me sujetaba. Quizás mi mente lo imaginó para mí, porque lo necesitaba en ese momento. Entonces escuché su voz. Y comencé a llorar, las lágrimas salían de mí a mares, el sollozo me dificultaba aún más respirar.—Te tengo nena —dijo en un tono dulce, y reconfortante. Pero yo no podía parar de llorar, su contacto empeoró todo, y el llanto se volvió más violento. Me abracé con todas mis fuerzas a él. Una de sus manos acariciaba mi espalda y la otra sostenía mi cabeza sobre su pecho mientras besaba una y otra vez mi coronilla.—Necesitas respirar nena, trata de cont
Cuando desperté daban las 2:30am, Sebastián dormía a mi lado, yo aún llevaba el vestido puesto. Me metí al baño para darme una ducha, y la tristeza volvió a golpearme. Me senté en la bañera, abracé mis rodillas en el pecho y dejé que el agua cayera sobre mí, lloré y lloré. Era una mezcla de mucho dolor y culpa. Culpa por los años desperdiciados, por haber renegado de quien era, por perderme de tantos lindos momentos que ya nunca volverían. Necesitaba anestesiarlos, no quería sentir la pérdida, no podía soportar el dolor. Busqué algo de ropa, cogí un pantalón de verano, una musculosa, las sandalias, el bolso y salí. Tomé unas llaves de la cocina y me dirigí al garaje, apreté el botón y el Porsche de mi hermano sonó, me monté en él y salí de la casa. Comencé a dar
Mi madre, Andy, Ari y yo llegamos hasta las oficinas, y luego de tener que aguantar el saludo y las condolencias de muchas personas, finalmente llegamos a la sala de juntas donde nos aguardaban mis tíos y Francisco. Él era el abogado de la familia, y el mejor amigo de mi padre, se conocieron en la universidad y desde entonces habían estado juntos, se querían tanto, que incluso era el padrino de Ariana. También había sido nombrado albacea de su testamento. Luego de los saludos y abrazos, nos sentamos con él a la cabecera ocupando el lugar de mi padre. Y comenzó a leer su voluntad.«Yo, Richard Miller III, en pleno uso de mis facultades y de mi puño y letra, en carácter de presidente de la junta directiva de Miller Enterprise, haciendo uso de mis obligaciones, designo como nuevo presidente de la junta, a mi hijo Andrés Miller, en consideración a su juventud, estipulo un a
De vuelta en casa, Seba volvió de inmediato al trabajo, tenía que ponerse al día con sus pacientes. Por lo que pasaba la mayor parte del día sola. Aún no salía de la casa, y no estaba muy dispuesta a ver a nadie, Caty y los chicos venían a verme de vez en cuando, pero no estaba realmente de humor para ellos, Thomas pasaba todos los días a verificar que siguiera viva. Pasaba los días en pijama y solo sentada en el balcón de la casa, los días se convirtieron rápidamente en semanas. Hacía casi un mes que no teníamos sexo, apenas nos hablábamos. Y notaba cómo él comenzaba a hartarse de la situación. Era lógico, yo estaba en lo mismo. Estar con un zombi no era el mejor plan de todos.Estábamos en la cama, entrada la noche. Seba miraba la tele y yo estaba de costado dándole la espalda, aún no dormía, pero últimamente
Poco a poco los días comenzaron a volver a la normalidad, y como bien me había dicho Dante, de a poco aprendí a vivir con el dolor, sabía perfectamente que no se iría, pero también sabía que aprendería a vivir con ello, ya lo había hecho una vez, podría hacerlo dos. El 12 de agosto me llené de ansiedad, era cumpleaños de Dan, quería verlo, llamarlo, pero no lo hice, sola en casa brindé a su salud.Volví a la terapia el lunes, la había abandonado por completo desde las vacaciones, pero realmente necesitaba alguien con quien hablar y que no me conociera y tuviera cariño, alguien imparcial y la doctora Aguilar era muy buena haciéndome ver las cosas. Hablamos durante dos horas esta vez, le conté lo que había pasado con lujo de detalle, las vacaciones, la muerte de mi padre, la reaparición de Dante, mi separación de Sebasti&aacut
Justo lo que necesitaba. Ansiosa esperé la llegada del miércoles. Tomé una ducha, sequé mi cabello y lo dejé suelto y alborotado. Me maquillé suave los ojos y rojo pasión los labios. Escogí un conjunto de satén rojo y un ceñido y pequeño vestido, tenía el torso rojo, sin tirantes, y en el escote una pequeña V. Y debajo de la línea del busto se unía a una falda tuvo negra con una raja trasera, me llegaba por encima de las rodillas. Me puse unas sandalias de tacón negras de infarto, cogí un pequeño bolso de mano negro y salí. Llegué rápidamente a su piso. Vivían cerca de la casa de Dante, conocía muy bien la zona. Llamé al portero con un nudo en el estómago, me sorprendí al escuchar la masculina voz de César, no lo había escuchado antes.—¿Diga?—Soy Lexy.