Dissa Burban.
Suelo cuestionarme por qué me siento atraída por las asignaciones, presentarlas y según mi posición, defenderlas. Mis padres supieron desde el día uno que su hija había nacido para argumentar; velar por las personas.
Ellos me dijeron que compartir también viene con la vocación, que existe una profesión que con sus abismos y cimas, me traería mucha satisfacción laborar. Se habían equivocado en un punto clave, estar vestida de forma elegante, apelar y objetar no es lo que yo quiero.
—Y por eso ya no estudiaré leyes —puntualizo al mismo tiempo que finalizo un párrafo de mi tarea.
—Mmmm, muy interesante —contesta indiferente.
Minett y yo estamos estudiando en el garaje de mi casa. Ella se ha quejado de eso mil veces, en consecuencia, le respondo que la señal Wi-Fi es más fuerte
Las ruedas del vehículo color negro, cuatro puertas y marca indefinida recorren la autopista reducida Lance. Este es conducido por Dissa, Minett es su fiel acompañante.—Tengo hambre —manifiesta quien se encuentra en el puesto de copiloto—. Aliméntame.Sus exigencias son opacadas por la fuerte música que llena el interior. Ella resopla mientras recoge los pocos mechones de cabello que tiene en una coleta alta. Mira hacia la ventana, el sol de las seis empieza a calentar el ambiente, hecho favorable para ellas porque la primera parada se aproxima.—Saca del bolso plateado los sándwiches —Es lo que dice la conductora luego de haber sacado el carnet de circulación y su licencia.Un hombre entrado en años examina los papeles, hace un ademán y les entrega la documentación junto a su ticket de entrada.El dulce ronroneo del motor reanuda el camino. La de cabello
Dormir fue una tarea complicada. Lograron cerrar los ojos alrededor de las 4 a.m. Entre bostezos, tiran los residuos y limpian el auto. Ya en él, sostienen la ley del hielo que están aplicando desde ayer, Lenny Gael representa un problema en el aire de ambas.Por otro lado, la provincia de Lake está sumida en alegría y confusión, demostrando el ánimo atípico organizando un desfile para el mes siguiente. A través de la ventana se ven habitantes comprando lo que requieran en ferreterías, centro de telares y mercerías. El despertar ciudadano deja como consecuencia para los turistas calles congestionadas.Minett le atesta un golpe al volante, han quedado atrapadas en un embotellamiento y las incesantes llamadas de Hungría la irritan, sin mencionar que Dissa la obligó a desechar el único cigarrillo que escondió. El efecto generado durante su entrada persiste, las siguen observa
Hace más de una semana que no vemos a Aleka, además, el primer mes está terminando, mi noción del tiempo vuelve a hacerme consciente de que estamos creciendo. Por ello acordamos encontrarnos en el parque para organizarnos y buscarla.Sadisha viene acompaña por sus hermanos, Feicco y Hungría vienen solos, y Dissa ha traído a sus padres.—¿Qué haremos? —Dice Dissa acomodándose la gorra—. Lo último que supimos fue por el mensaje, eso significa que… —no se atreve a completar la idea.—Parte de su familia está aquí, llamémoslos —propone Feicco.Se ponen manos a la obra. Contactan exitosamente a casi todos, exceptuando a sus padres. Algunos ni sabían que está desaparecida, el resto no la conoce lo suficiente para saber si ha huido o algo peor.—Rhode Artega, ¿en qué puedo servir
La simpleza que posee el techo de láminas es abrumadora para nosotros en este momento donde queremos hallar la respuesta en él. Taris tuvo la osadía de ensañarnos qué somos, qué valemos, y ahora me come la cabeza no saber por qué murió, desconocer el culpable del hueco su manoJunto a mí está Feicco cubriéndose los ojos con el antebrazo. Ha estado mal, incluso más que yo, jamás lo vi así, ni siquiera el día que sus abuelos murieron. Toco su hombro para sacarlo de esa nubesita de pensamientos.—Me arrepiento haberme callado esa tarde en el porche —se vuelve hacia mí descansando su cara sobre el antebrazo—, la odié durante años por los motivos más estúpidos —levanta su mano y la mira—: una manzana.»Usó la fruta como recurso literario, era una literata, era de esperarse. Dijo que nadi
«Todo está absolutamente bien». Contengo el aire cuando Aileen pasa a mi lado, sus ojos reparan en la pantalla de mi celular. Junto a mí Sadisha está inmersa superando el nivel de un juego. Sin previo aviso cierra la consola.—Estamos listos —dice. Con el frente de su pantalón sacude la suciedad en sus manos—. El hospital nos espera.Vamos detrás de ella. Recorremos las calles dentro de su auto rojo. El olor metálico del hospital se atasca en mis fosas nasales. Toso. Ellos me ignoran, así que camino más rápido y me quedo en el cuarto de Hungría, los demás se desvían unos minutos, luego vuelven. Feicco, Aleka, y Dissa están desplegados por toda la habitación. Entablan una conversación acerca de quién sale primero del centro asistencial. Se muerden la lengua cuando Sadisha entra:—Están aquí desde el 28,
El alba cubre mi ensimismamiento matutino, hace deslumbrar mi iris verdoso. Alrededor de mi anular se encaja el anillo de bodas de mi abuela. Mujer que me instó a jurar que antes de los cuarenta tendría hijos, marido y una serena casa que mantener. Sopeso el dilema que ahora protagoniza mis pensamientos:—Obedecer tus deseos —apoyo mis codos de la encimera—. Vivir aquí por siempre —El suspiro que sale de mí no esclarece mis dudas.Hungría está bajo los cuidados de quienes lo trajeron a este mundo, estaría allí, pero me obligó a irme con el pretexto de que necesito más tiempo para mí, y esta era mi semana con él, así que mis piernas me trajeron al departamento de mamá. El frío aire me recibió, una ligera capa de polvillo cubría los muebles, y era tan tétrico que limpié cada esquina de este lugar.Por otro lad
Luego de aquella llovizna que atrajo muchas personas, continuamos de fiesta hasta que la Luna se alzó frente a nosotros. Con el propósito de olvidarse de la fastidiosa universidad, salimos de madrugada a la tan añorada montaña. La cabaña sigue teniendo ese dulce detalle rústico que tanto la caracteriza, a diferencia de la última visita, ya perdió el ápice tétrico en su puerta.Como en hechos previos subimos hasta la cima a pie, trayendo consigo la carpa, comida y cámaras para mantener vivo este recuerdo.—Quizás no vengamos en un buen tiempo —digo enjugando mis ojos, el clima frío primero saca impurezas luego me congela.—Minett, deja tus lloros y ayúdame a armar esta cosa —pide Feicco señalando el bolso enredado en el cabello de Dissa.—Ven rápido, no quiero terminar calva, Minnie —ahora ella lloriquea golpea
El denso añil cubriendo las paredes del dormitorio de mamá definen las emociones que tienen mi cabeza inflamada. Acabo de caer en cuenta respecto a la visita a la montaña, cuando amaneció decidimos bajar cuidadosamente, caminé con extrema cautela, un nivel tan improbable para mí que, irónicamente, resbalé antes de llegar a la cabaña.Pero, si no lo hubiese hecho, el cuerpo putrefacto de Sedán seguiría esperando a que alguien tenga valor para anunciar su desaparición. Una bolsa de papel bien acomodaba reposaba sobre su pecho, creí que las elevaciones se debían a la vitalidad de su ser, sin embargo, el exterior refutaba mis alucinaciones.Fuimos unos tontos al ignorar a Sedán, además, lo que fuese que contenía esa bolsa, brillaba más que mi incierto futuro. Nos convencimos de que fue una decisión sensata para evitar escarmientos y miramient