Antes de que pudiera ponerme más sentimental, la dulce voz de mi madre me habló.
—Chloe, ¿Me ayudas a decorar lo que falta? —me preguntó alzando una caja de foquitos que brillan de distintos colores, esferas de todos tamaños, muñecos de nieve de peluche, velas, campanas, un par de guirnaldas y flores de noche buena, entre otras cosas.
Todavía me sorprendía cómo es que podía sostener tantas cosas, no lo sabía, tal vez eran los súper poderes que poseía toda madre y no querían revelárnoslo, de otra forma como explicaban que pudieran cocinar, lavar, limpiar, cuidar y soportar a sus hijos, consentir y pelear a sus esposos y encontrar todas las cosas perdidas sin perder el conocimiento. Eso ameritaba ser inmune a la criptonita o todo era resumi
—Vengo a celebrar ¿A qué otra cosa vendría? —sonrió de lado con expresión arrogante, como antes lo hacía.Gruñí por lo bajo y apreté los puños. Si se ponía en ese plan, no lo iba a tolerar mucho.Era extraño, algo en mí le dolió esa actitud suya, tampoco llegué a imaginar que al volvernos a encontrar me abrazaría y me llenaría de besos por la emoción, no claro que no, eso sería como un tipo de paranoia, pero sí pensé que estaría un poco feliz o aliviado al verme… ya que me estaba empezando a acostumbrar al tranquilo y amable Aitor.Hasta ya se me había olvidado que era un pedante y engreído. Me levanté con desgana y fui al comedor, nuestra casa era grande y la mesa estaba en proporción, todos los que acudieron a la velada, estaban perfectamente acomodados, sólo había un lugar vacío para mí… ¿y adivinen qué? Justo al lado izquierdo de Aitor.Apreté los dientes y sin más ni menos, me senté. Lo miré de reojo y contemplé su sonrisa burlesca con fastidio.Cada quien se sirvió en su plato y comenzó a comer, algunos callados y otros charlando entre espacio amigablemente. Yo sólo me limitaba a mirar mi cena sin muchas ganas y picarla con el tenedor, hasta que escuché un largo suspiro que llamó mi atención. Contemplé con el alma en un hilo como Daniela empezaba a acercarse disimuladamente hacia Aitor, fingiendo que tropezaba para aferrarse a su chaqueta y pegar su torso al de él.Pero Aitor no parecía percatarse de sus intenciones y sólo se dedicaba a sostenerla para evitar que se cayera.Sus fuertes brazos y esas grandes manos que algún día pensé que serían todo míos, ahora estaban tocando a otra. No realmente en el sentido morboso de la palabra, pero no podía evitar pensar que algún día lo haría con otra persona que no fuera yo.Reprimí soltar un quejido y me tragué las ganas de querer gritar para que se separaran en ese mismo instante.&nPeleas infantiles
Los celos son buenos... ¿o malos?
—Hey Marco, no me había fijado que los años te habían hecho muy bien, estás muy guapo —dije con voz considerablemente alta, inmediatamente sentí unas miradas clavándose en mí, pero las ignoré.En verdad no había mentido, Marco era atractivo, su cabello castaño combinaban estupendamente con sus ojos caramelo, su rostro tan inocente me hacían sentirme la persona más malvada del mundo y tenía mi misma edad, lo que lo hacía más perfecto para mi plan.—Vaya, gracias. Digo lo mismo, estás hermosa, aunque siempre fuiste hermosa pero ahora lo estás más —sonrió tímidamente y me dieron ganas de estrujar uno de sus cachetes.Él me inspiraba eso, des
No puede hacer nada, no puede evitarlo, se sintió como si quisieras que te sacaran una muela y al mismo tiempo que no, tal vez por el dolor o porque realmente extrañarías tu diente y sentirías que te hace falta algo.Así era mi situación y Aitor era la muela.Deseaba que se largara para alejarme de todos estos sentimientos que no me hacían nada bien, pero mi estúpido corazón decía “que se quede” y como soy demasiado influenciable, accedí.Contemplé cómo mis futuros e inalcanzables suegros salían por la puerta, despidiéndose con un abrazo de su único hijo. Era demasiado extraño todo lo que estaba sucediendo.Primero, mi mamá se comporta extraordinariamente bien con Aitor, luego le ofrece nuestro hogar y mi cama para pasar la noche… Debía de estar planeando algo o tal vez esta era la manera de castigarme por la forma en que me comporté en la cena.No lo sabía, pero lo que si estaba de locos era la desinteresada forma de decirme que suba a con Aitor y haga lo que tenga que hacer… ¿A qué se refiere con eso? ¿Por qué motivo lo dijo? Si yo nunca me mostré interesada en Aitor durante el festejo, solo me la pasé lanzándole miradas asesinas con unos cuantos gritos y golpes, eso no me evidenciaba… ¿o sí? En cuanto sentí que su cuerpo estaba encima del mío, supe que esto estaba mal.Quería hablar, pero sus labios besaban frenéticamente los míos llegando a un punto en que lo único que me preocupaba, era poder respirar.Nuestros jadeos eran el único sonido que interrumpía el silencio que envolvía mi habitación y producto a eso, sentía que nuestras agitadas respiraciones se podían escuchar hasta el otro lado de la ciudad. Y si en realidad eran tan fuertes… hasta mi mamá las podía escuchar.Ese devastador pensamiento golpeó mi consciencia y me hizo despertar. Gemí con frustración y pateé un pequeño tigre de peluche que se había caído de la repisa hasta mandarlo directo al otro lado de la habitación. Apreté los dientes y me agarré la cara con desesperación. Me dejé caer pesadamente en mi suave y todavía virgen cama, para pensar con inteligencia.—No puede ser… Lo arruinaste, Chloe… ¡Lo arruinaste! ¡Eres una estúpida! —me grité a mi misma, al sentir que había perdido una estupenda oportunidad para aclarar de una buena vez todos los sentimientos enterrados, pero como siempre, tenía que arruinarlo.Me levanté con jaqueca y con toda la pereza del mundo me fui a dar un baño.Salí un poco más alertaA solas
Declaración fallida
Una muestra de valor