7 De la tarde

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Narrador.

Para Elisse está tarde será como ninguna otra, hoy después de dos semanas lo volvería a ver.

La emoción altera su respiración y a su vez la hace sentir feliz, más feliz que cualquier otro día.

Supone que Matteo estará tomando clase aún, por ello no le ha enviado un mensaje de texto.

Se toma su tiempo soplandole a la taza de capuchino que ha pedido en la cafetería.

Pasadas ya las 2:00 de la tarde va en camino a su destino, el autobús se detiene, ella baja del mismo dándole las gracias al conductor, se queda mirando el enorme edificio delante suyo y es que Elisse no suele andar por sitios como ese, no le vendría mal cambiarse el uniforme en algún baño del edificio y maquillarse para parecer mayor, en efecto eso piensa hacer.

Entra al edificio, sube el elevador hasta el piso 20, ve pasar de un lado a otro a las enfermeras de bata blanca y doctores usando ropa azul cielo.

Pregunta a una enfermera la ubicación de los baños, la cual muy amablemente le indica el camino diciendo —al pasillo cuatro al fondo.

Elisse camina hacia los baños y al estar dentro saca de su mochila su sudadera blanca que apenas le llega al ombligo, se pone su pantalón de mezclilla roto de las rodillas, mirandose en el espejo maquilla sus ojos con sombra negra, rimel en las pestañas y un labial color vino en los labios. Sin duda alguna ella es la chica que cualquier chico desearía tener de novia.

Sale del baño y aguarda que la llamen en un asiento de la sala de espera y es que todos los que la miran se preguntan qué hace una chica como ella en un hospital.

—Señorita Cross, adelante, puede pasar.

El rostro de Elisse se ilumina con una gran sonrisa, el momento tan esperado del día a llegado.

Se levanta del asiento, la enfermera la guía hasta la habitación donde lo verá de nuevo.

—No se demore demasiado señorita —dicho lo anterior la enfermera se retira.

Ella abre la puerta y lo ve acostado en la cama blanca, sus ojos están cerrados, son notorios aún pequeños rastros de golpes en su rostro y en sus manos.

Se acerca a la cama y al estar frente a él, toma su mano y la acaricia suavemente, lo mira fijamente como siempre lo ha hecho, sus ojos se tornan vidriosos al recordar por qué se encuentra aquí.

—Hola, estoy de vuelta —ella sabe que aquel chico daría cualquier cosa por ella, incluso la consolaría si al menos pudiera despertar—. estarás muy enojado conmigo, imagino que fruncirías el ceño como lo hacías hace apenas semanas —escucha el sonar de la máquina donde el latir del corazón de aquel chico se hace presente—. no imaginas lo que me ha pasado, al salir de Coffe Me me cruce de frente con un chico que vendía chocolates de coco, me acordé de ti, de tu obsesión por los chocolates, accidentalmente choqué con él y le tire los chocolates encima, le pedí disculpas y le pague los chocolates rotos —sonríe para sí misma—. mira lo que te he traído —busca en su mochila el tan esperado regalo que ha traído—. el disco de tu banda favorita, lo he encargado por internet está semana, recuerdo la ilusión en tus ojos cada vez que escuchabamos en mi cuarto estás canciones —no puede soportar más el dolor en su corazón, lágrimas brotan de sus ojos y bajan por sus mejillas—. sigo esperando que abras tus luminosos ojos azules para que volvamos a estar juntos todos los días —se agacha hasta recargarse al costado de la cama y solloza en silencio—. es culpa mía que estés aquí, si no hubiéramos discutido no habría pasado nada, lo siento tanto, espero puedas perdonarme —realmente ella lo lamenta, lamenta haber cruzado la calle sin darse cuenta que un auto pasaba a alta velocidad—. me salvaste y mira las consecuencias.

No duda en absoluto lo que aquel chico de apenas 20 años dió por ella.

Suelta su mano, se acerca a él y acaricia su rostro con dulzura, su cabello negro luce tan sedoso como de costumbre, lentamente se agacha hasta quedar a milímetros de distancia de su rostro, nada la detiene, roza sus labios con los de él, un beso que la hace sentir todo.

Se aparta al escuchar que la puerta se abre.

—Señorita Cross disculpe la interrupción pero su visita a terminado —menciona la enfermera con impaciencia.

Elisse solo asiente con la cabeza, deja el Cd a un lado de la cama del chico, se limpia las lágrimas, cuelga la mochila en su hombro y suspira.

—Volveré pronto, así que no demores tanto en despertar —sale de la habitación, por un lado se siente feliz de verlo y triste al no ver la luminosidad de los ojos de aquel chico de quien está enamorada.

Seguramente algunas personas pensarían que una chica como ella no es capaz de amar a nadie.

Nadie sabe que el chico de la habitación 330 de aquel hospital es el novio de Elisse, a quien ella quiere tanto. Elisse lo ha querido desde el momento que se miraron por primera vez, y el día del accidente ella prometió cuidar de él así como él prometió estar siempre a su lado y no piensa romper su promesa.

Y esa pareja de enamorados tendrá que superar tanto para permanecer así, si no es que algo cambia.

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Elisse.

Me complico tanto la vida a veces, debí conducir a Mora hasta la ciudad y no lo hice ¡que tonta! ahora tengo que tomar el bus y llegar hasta el centro comercial donde trabajo.

Hora y media más tarde entro por la puerta de la boutique, detrás del mostrador veo a Matteo leyendo una revista, su cabello con risos se acomoda de manera adorable cubriendo ligeramente su rostro, en esa posición "pensativo" me parece guapo.

—Buenas tardes casi noches joven, me podría atender —Matteo voltea a verme y una sonrisa aparece en su rostro cuando me ve.

—Pensé que no vendrías, Rocío me avisó que tenías que ir con tu madre a...

—Si, no pensaba venir pero quería pasar a saludar a un amigo.

—¿Estás hablando mi?

—No tengo muchos amigos, así que si, hablo de ti.

Observo en su mano el curita que le di anoche, —Ya casi no me duele —confiesa restándole importancia.

—Ya claro, eres un chico fuerte —le digo en tono burlón.

—Por la manera en que lo dices, debes estar hablando enserio.

—¡Que va! —exclamo risueña.

Matteo es una de las pocas personas en las que he confiado, incluso su sonrisa causa algo raro, una sensación extraña en mi.

—¿Tienes planes para esta noche Elisse? —mi nombre en sus labios se escucha tan hermoso—. podríamos cenar juntos —me sorprendo al escuchar su propuesta—. quise decir en plan amigos, no como cita.

—No lo había pensado —de hecho estoy cansada, visitar a mi novio está tarde en el hospital a sido agotador, desde luego no pienso contarle nada a Matteo, aún no lo conozco tan bien como para contarle temas de mi vida privada—. será para otra ocasión, tengo bastantes cosas en la cabeza.

—Imagino que si —menciona con tranquilidad, en su rostro no noto desilución ni molestia—. otro día será, ahora si no te importa voy cerrando el local, tengo que ir a un lugar importante.

Me pregunto a dónde irá. Un momento ¿de cuando acá me importa a dónde vaya o no vaya un chico que apenas conozco?

—Si quieres te ayudo.

—No hay problema, amiga —Matteo sale de detrás del mostrador.

Lleva puesta una sudadera negra, jens del mismo color y unos tenis blancos con estampados de llamas.

—Lindos tenis —exclamo empujando la puerta de la boutique, la misma se abre y ambos salimos.

Matteo sonríe y apaga las luces, —Gracias —baja la cortina y pone el seguro—. ¿Mora está afuera?

Sonrío, Matteo ya conoce bien a Mora, —La he dejado en casa, tomaré el bus, no tardaré demaciado en llegar.

—Yo puedo llevarte si quieres.

Caminamos uno a lado del otro. Saco de mi mochila una bolsa de gomitas que compré en una tienda esta tarde.

—¿Gustas una? —extiendo mi mano hacia él.

Sonríe de nuevo, me parece que ya nos sonreímos demaciadas veces, somos amigos y los amigos se sonríen casi por cualquier cosa ¿no?

—Solo una —Matteo toma una gomita de fresa.

—Adivinare, las de fresa son tus preferidas.

—Acertaste, son las únicas que me gustan en cuando a gomitas refiere —afirma y voltea en mi dirección.

Una mirada compartida entre ambos, me quedo sin palabras y pierdo el aliento, sus ojos son cautivadores cuando me miran de esa manera.

Afortunadamente hemos llegado al estacionamiento y rompo el incómodo silencio diciendo,

—Vale, llévame, ¿por qué no?

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Narrador.

No sabe ya cuántas veces lo ha pensado, Elisse es realmente una chica dulce, su forma de ser lo cautiva.

La mira de reojo, ella está comiendo las gomitas de dulce mientras él conduce al edificio donde ella se hospeda, no han hablado mucho desde que subieron al auto. En un semáforo en rojo Matteo se detiene, voltea a ver a la chica a su lado, ella saca una gomita de su bolsa y la acerca a su boca, se pierde en los labios de la chica que lucen de un rojo intenso, son carnosos y finos, casi tan atractivos como ella, Matteo nunca se había fijado en ello, desde que la conoció algo en ella le llamo la atención pero no fue precisamente su físico.

El claxon de un auto detrás de ellos lo hace volver a la realidad, Elisse le golpea el hombro para que continúe avanzando, él mira por el retrovisor, tres carros están esperando que avance.

El chico sigue su camino, preguntándose en qué estaba pensando, Elisse es una chica linda, su amiga, no se ha acercado a ella con intensión de gustarle o ir más allá de una bonita amistad que podría tener con aquella chica de ojos azules.

Aparca el auto frente el edificio. Ninguno dice nada.

—Bueno, tengo que irme, mamá se enfadara si me pasó de la hora acordada —él asiente levemente.

—Mañana nos vemos entonces.

Ella le sonríe y abre la puerta del auto.

—Hasta mañana entonces amigo —sin saber como despedirce estrecha su mano con la de él —. toma esto —Elisse le entrega una pequeña cajita.

Entra al edificio corriendo, sonríe y sube las escaleras del mismo. Matteo mira la cajita que le ha dado Elisse y la abre, dentro de la misma hay una bolsa de gomitas de sabor a fresa, ninguna de otro sabor, el gesto de su amiga lo hace sonreír, que ocurrencia tan inusual.

Su celular ubicado en el asiento del copiloto vibra, Matteo lo desbloquea, es un mensaje.

Elisse: Te he dejado todas las de fresa, disfruta de cada una de ellas, besos 💋

Sonríe ante la situación, hace mucho que no lo pasaba tan bien con una chica, de hecho nunca lo había pasado tan bien con una chica sin que la situación incluyera besos y caricias.

Elisse lo ha hecho sentir bien sin tener que hacer absolutamente nada.

Responde a su mensaje.

Matteo: Lo haré, sueña bonito amiga 🌙 o quise decir sueña conmigo.

Enciende el motor del auto y se va alegre, no imaginaba que ella podría causar que se sintiera así, como si ella fuera el pedacito de cielo que de ahora en adelante iluminaría su vida.

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