¿Quien dijo que una Bestia no puede Amar?
¿Quien dijo que una Bestia no puede Amar?
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¡Dothraki!

—Su…..su… alteza la reina la está esperando en el salón principal —dijo Aria con voz temblorosa.

La chica cullo cabello era dorado como el sol se giró, quedando frente a su nueva esclava.

—No entiendo porque tartamudeas tanto —dijo la princesa, mientras se levantaba y salía de la habitación.

Aria caminó en silenció detrás de la princesa.

Su garganta se contuvo ante el comentario de la princesa, no era capaz de decir algo en su defensa, cuando todo el tiempo pasaba con miedo desde que fue capturada y esclavizada.

Aria era una persona libre que solía vivir con su madre en el pueblo del norte en el territorio del reino Orión, pero su paz y felicidad no duro por la eternidad desgraciadamente.

La guerra estalló entre los dos reinos.

Su madre fue asesinada por los soldados de Acasio.

Fue alcanzada por una flecha directa al pecho. Respiró por última vez de los brazos de Aria, quién aparte de su madre no tenía a nadie más en este mundo. Cuando su madre murió huyó tratando de esconderse de los guerreros de Acasio. Pero la encontraron en el bosque y la llevaron al reino de Acasio cómo esclava como a muchos otros de su reino.

Las esclavas decentes y bonitas fueron elegidas para servir en el castillo. Así fue como Aria terminó siendo la doncella personal de la princesa Luna.

Luna la princesa no era una persona muy habladora, le gustaba el orden y todo a su gusto.

Aunque nunca había golpeado a Aria en los últimos meses a veces se enojaba si las cosas no salían como ella quería. Pero la princesa siempre fue amable con las criadas y los esclavos. Ella no era como su hermano que torturaba a sus esclavos por los errores más pequeños, hasta de la nada.

Aria se estremeció al pensar en el príncipe Can que era la persona más cruel y maquiavélica que había visto jamás.

—Madre ¿Preguntabas por mí? —Luna preguntó mientras se inclinada frente a su madre.

Aria estaba un poco lejos de ellos con las manos entrelazadas y la cabeza agachada. No quería escuchar su conversación, pero afortunadamente, podría escuchar todo.

La reina quería casar a la princesa lo antes posible.

Aria las escuchó en silencio, mientras no podía esperar a que terminara el día para poder pasar un rato en el jardín ya que ese era su lugar favorito en todo ese castillo, en el que ella era un pájaro enjaulado al que no la habían cortados las alas

Poco tiempo después, regresaron a la recámara de La princesa y ella estaba completamente enojada.

Aria se quedó de pie en una esquina en silencio mientras observaba la princesa arrojar cosas en su irá.

Una vez la princesa entro a bañarse a la recamara del baño con la ayuda de otras dos sirvientas, Aria comenzó a limpiar el desorden que había dejado la princesa.

 Su vida era momentánea en ese lugar. Se despertaba todas las mañanas incluso antes de que la luz del amanecer pudiera acariciar el cielo. Tenía que estar con la princesa cada segundo del día ya cuando la noche se acercaba podía volver a su mini recámara dónde duermen los sirvientes.

La noche se acercaba muy lentamente y finalmente ella pudo escapar a los jardines.

Respiró profundamente suspirando en la dicha de los olores que se envolvía por completo.

Aria se sentó en la hierba en medio de las flores mientras se maravillaba de la poca libertad que tenía.

El reino de Acasio no era tan malo, pero nunca debería haber matado a los inocentes solo para ganar la guerra contra Orión. Ella nunca los perdonará, por matar a su madre ya que ella era lo único que tuvo Aria.

Estaba jugando con las flores distraídamente cuando escucho rugidos. Inmediatamente se puso de pie y salió del jardín cuando vio un gran número de soldados completamente preparados para una pelea con sus espadas y armaduras salían por las puertas principales en sus caballos.

Su cabeza se disparó hacia la torre enorme cuando escucho la campana alarmante que hizo que el bello de su cuerpo se erizara, por la alarma apenas podía estar parada allí inmovilizada cuando la puerta principal se abrió de golpe y un enorme lobo interrumpió. Su tamaño era enorme. Era obvio que no era un lobo normal.

—¡Dothraki!— alguien grito horrorizado y todos los nervios de su cuerpo empezaron a temblar de miedo.

Había oído los mitos.

Sobre todo, el del Hades, más conocido como la bestia negra.

Los dichos perdidos hace mucho tiempo sobre el ejército de los Dothraki y su comándate.  Tan bárbaro y cruel. Tener poderes de cambia formas ya que fueron conocidos durante siglos como los hombres lobos Dothraki.

Un soldado la empujó bruscamente dentro del castillo y una vez que estuvo dentro, la realidad de la situación la golpeó.

La reina estaba en el salón junto con el rey. Tan pronto como vio Aria su rostro palideció.

—¿Qué diablos estás haciendo aquí? Deberías estar con mi hija. ¡Ve! ¡Sálvala con tu vida! —La reina le gritó Aria haciéndola estremecer.

Ella asintió con la cabeza y con su mentón que no dejaba de temblar. Corrió hacia la habitación de la princesa que estaba vacía. Su corazón cayó con vapor, pero luego sintió una mano en su muñeca y se dio la vuelta.

Jadeo….

Miró a la princesa, sus ojos tenían miedo. —¡Vamos! —susurro en voz baja, mientras ambas salían de la habitación corriendo. Ella agarró una antorcha de fuego en el camino.

La princesa la llevó a la biblioteca dónde agarra un libro y tiró provocando que se abriera la puerta secreta.

—Entra —dijo Luna mientras le entregaba la antorcha de fuego y la chica ascendió mientras caminaba por el túnel oscuro.

La princesa también entró y Aria le ayudó a cerrar la puerta.

—P……. Princesa deberíamos salvar a la reina —tartamudeo Aria sintiendo que el miedo la envolvía lentamente.

—Es demasiado tarde. No puedo comprometer mí seguridad —dijo Luna con una mirada estoica en su rostro. —Empieza a caminar —gruñó y Aria sea adentro a la escuridad a pesar de sus miedos y la conmoción de sus palabras.

Siguió caminando siendo presa de cualquier peligro que saliera de las sombras. La princesa estaba justo detrás de ella manteniéndose cerca.

Caminaron durante Dios sabe cuánto tiempo antes de que el túnel finalmente llegara a su fin.

Luna tomó la antorcha de fuego en sus manos y le indicó a Aria que empujara para abrir la puerta del túnel.

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