¡Dante está vivo!Lorenzo Habían pasado ya muchas semanas, quizá había perdido la cuenta porque lo único que deseaba era olvidar, sin embargo, no podía hacerlo. Dante descansaba en el panteón familiar y no había día que no caminara hasta aquí para dejarle flores y charlar con él.Era loco, quizá enfermo, pero sin Dante mi vida no tenía sentido. Era él todo mi mundo y aunque Federico insistía en llevarme a Amalfi para desarrollar el proyecto, odié la idea, Amalfi fue la causa por la que mi nieto murió.De hecho, le entregué toda autoridad a Federico, no quería saber nada de Amalfi, absolutamente nada.—Llorarle todos los días, no hará que regrese a ti.Giré al escuchar la voz de Carlota, no había sabido nada de ella desde el funeral.—¿Qué haces en mi casa? —pregunté.No podía creer el cinismo de la mujer para atreverse a tanto, tenía valor para desafiarme, sin Dante podía finalmente llevar a cabo mi venganza.—Es la casa de mi hijo, tengo el mismo derecho que tú a estar aquí, de hech
Volver a AmalfiLorenzo «¡Dante está vivo!»«¡Dante está vivo!»«Estoy seguro de que es tu muchacho»«¡Dante está vivo!»Jamás imaginé escuchar aquellas palabras, por un momento llegué a suponer que era un sueño. Que todo lo ocurrido ese día no era más que un sueño que se burlaba de mí, sin contemplación alguna.Primero fue Carlota, luego escuchar la declaración de Orlando, ¿y ahora esto?...—¡Lorenzo!El grito de Marco fue lo último que escuché con claridad antes de caer en un torbellino de pensamientos. ¡Dante vivo! Era simplemente imposible…—Respira, Lorenzo, respira —pidió la voz de Marco.Hice un esfuerzo titánico y me obligué a respirar, no podía desmayarme ahora, no podía dejarme vencer, ahora que tenía la oportunidad de volver a mirar a Dante…—Quiero ir a Amalfi y ver a mi nieto —dije poniéndome de pie.—Voy a chequear tus signos vitales, Lorenzo —indicó.Asentí, estaba dispuesto a hacer lo que fuera con tal de salir de Nápoles cuanto antes.Sin embargo, mis planes se viero
El fruto de nuestro amorAntonellaHabía acudido a la oficina de la presidencia del hotel para reunirme con el CEO, le había dado personalmente las gracias por cubrir los gastos de Dante y por concederle el permiso para dejarle descansar.Era extraño, luego del breve encuentro en el pueblo de semanas atrás, no habíamos coincidido en lo absoluto. Pero algo dentro de mi corazón sintió como si lo conociera de toda la vida.Una idea loca, ¡Era imposible! Él es nuevo en Amalfi y yo no he salido del pueblo en más de veinte años. Sin embargo, no puedo quitarme esa sensación del corazón.Niego al escuchar la voz de Dante llamándome.Aquella mañana le había insistido para salir a navegar, habíamos visitado algunos pueblos de la isla, nos permitimos olvidarnos del mundo y disfrutar de nuestra compañía.No le había dado a Dante la noticia de mi embarazo, pero tenía algo preparado para él.—Has estado muy pensativa, Antonella —reclamó.—Lo siento, no ha sido mi intención, pero tengo algo que deci
Dante.Desesperado…Esa era la palabra correcta, había miles de imágenes golpeando mi cabeza, eran quizá recuerdos, quizá sueños, pesadillas. No sabría decirlo con seguridad.Sentí que era arrastrado una y otra vez a lo más profundo del mar y era la única cosa que se repetía como un mantra.Un vehículo doble dirigiéndose a mí, y luego nada…—Dante, cariño, despierta, por favor, despierta.La voz desesperada de Antonella me obligaba a salir de aquel mundo de oscuridad, sin embargo, no me dejaba alcanzar la superficie antes de arrastrarme de nuevo, era una lucha campal entre el pasado y el presente; hasta que, finalmente, caí en un sueño profundo. Donde solamente podía ver a Antonella y mi hijo.Mi hijo crecía en el vientre de Antonella, no me importaba quien era, no quería saberlo, quería disfrutar de lo que tenía aquí en Amalfi, disfrutar de mi esposa y de mi hijo…—¡Entienda, Antonella, lo que usted está haciendo es una falta grave, está negándole a mi hermano su derecho de nacimient
¿Mi bebé?AntonellaAbrí mis ojos al sentir el dolor en mi hombro, era una sensación incómoda, pero tolerable.—No se mueva, señorita, tiene el hombro herido.Pestañeé varias veces antes de girar el rostro para ver a la enfermera… ¿Enfermera?Los recuerdos recientes se precipitaron por mi cabeza, la persecución, el abuelo al volante, Dante protegiéndome con su cuerpo.—¡Dante! —grité.—Guarde la calma —pidió la mujer.Abrí los ojos, sintiendo el miedo correr por mi cuerpo, haciendo que mi garganta se secara, llevé la mano a mi vientre plano.—¿Mi bebé? —pregunté—. ¿Cómo está mi bebé? —urgí ante el silencio de la mujer.—Tranquila, no se mueva tanto, su bebé está a salvo.Escucharla fue el alivio más grande que jamás sentí, mi hijo estaba sano y a salvo…—¿Dónde están los demás? —cuestioné con prisa.—Su amiga, está recuperándose, sufrió una herida, pero gracias a Dios, nada de qué preocuparse —dijo haciendo una pausa.—¿Mi abuelo y Dante? ¿Cómo están ellos? —pregunté moviéndome inquie
¿Dónde está el abuelo?Dante.El dolor de cabeza era insoportable, era como si alguien estuviera taladrando mi cráneo desde el interior. Como si arrancaran pedazos de mi cerebro…—¿Dante?La voz de mi abuelo se abrió paso entre la bruma y el dolor. La oscuridad iba y venía, era una sensación horrible.—Dante, despierta, cariño, por favor.Unas manos acariciaron mi rostro, intenté apartarme de aquel toque áspero y descuidado.—Déjalo, Dante despertará cuando tenga que hacerlo, no ganarás nada con presionarlo.Era la voz de Federico…—No puedo dejar que despierte cuando él quiera, ¿Cuánto tiempo ha pasado para verlo de nuevo? Y esa mujer, ¡Esa maldita mujer es la responsable de todo!Su grito solo incrementó mi dolor…—Silencio —pedí.No me molesté en abrir los ojos, no quería ver a nadie. Tenía una extraña sensación en el corazón… ¿Corazón? ¿Desde cuándo tenía sensaciones en el corazón? La verdad no tenía una jodida idea. Pero tenía la horrible sensación de que algo me faltaba y no era
No tienes corazónDante.Corrí tan rápido como mis pies me lo permitieron, sentía dolor en el cuerpo, pero no me importó. La única preocupación era el abuelo… abrí la puerta de la biblioteca, no sé lo que esperaba ver, pero jamás habría imaginado al abuelo empuñando un arma y a mi madre, tomando su hombro.Deslicé la mirada, un arma estaba a sus pies.—¿Abuelo?—Llama a la policía, Dante… —dijo sin mirarme.—¿Estás bien? —pregunté.—¡Llama a la policía, Dante! —gritó.—¡Mamá!El grito de Federico hizo que Carlota se girara y posara su mirada sobre nosotros, sus hijos.—Quiere matarme —dijo con el rostro lleno de dolor.¡Una farsa barata!Eso era lo que Carlota Carusso era, una farsante.—Llama a la policía, Federico —ordené.—Pero, Dante, se trata de mamá… —refutó.—¿Puedes llamarla madre, luego de dejarte a tu suerte, después de que intentó asesinarme y trata de hacer lo mismo con el abuelo? —pregunté enfurecido al notar las dudas en los ojos de mi hermano.—Sigue siendo mi madre, Lo
Reencuentro.Antonella.Apreté con fuerza la perla entre mis manos, mi bebé y la lágrima de Hércules era todo lo que me quedaba de Dante, habían pasado tantos días, no me había movido de Amalfi esperando su regreso, pero cada día fue un golpe a mi corazón, él no volvería, ellos no lo dejarían volver…—¿Antonella?Me giré al escuchar la voz del hombre, Orlando Russo, el hombre que el abuelo aseguró era mi padre.—Hola.—¿Qué sucede? —preguntó—Me sorprendió tu llamada —dijo.No sabía cómo empezar aquella conversación, había buscado mil maneras de pagar el hospital, pero no había ninguna, ni siquiera el cacharro para vender, había quedado destrozado, estar vivos era una mera suerte.Incluso traté de vender el anillo que adornaba mi mano desde hacía meses, pero como siempre, se negó a salir de mi dedo, por lo que no tuve más remedio que empeñar la casa por un precio ridículo y con una alta tasa de interés, era lamentable, pero es lo que quedaba.—Yo, no sé qué decir —dije.—Empieza por el