¿Mi bebé?AntonellaAbrí mis ojos al sentir el dolor en mi hombro, era una sensación incómoda, pero tolerable.—No se mueva, señorita, tiene el hombro herido.Pestañeé varias veces antes de girar el rostro para ver a la enfermera… ¿Enfermera?Los recuerdos recientes se precipitaron por mi cabeza, la persecución, el abuelo al volante, Dante protegiéndome con su cuerpo.—¡Dante! —grité.—Guarde la calma —pidió la mujer.Abrí los ojos, sintiendo el miedo correr por mi cuerpo, haciendo que mi garganta se secara, llevé la mano a mi vientre plano.—¿Mi bebé? —pregunté—. ¿Cómo está mi bebé? —urgí ante el silencio de la mujer.—Tranquila, no se mueva tanto, su bebé está a salvo.Escucharla fue el alivio más grande que jamás sentí, mi hijo estaba sano y a salvo…—¿Dónde están los demás? —cuestioné con prisa.—Su amiga, está recuperándose, sufrió una herida, pero gracias a Dios, nada de qué preocuparse —dijo haciendo una pausa.—¿Mi abuelo y Dante? ¿Cómo están ellos? —pregunté moviéndome inquie
¿Dónde está el abuelo?Dante.El dolor de cabeza era insoportable, era como si alguien estuviera taladrando mi cráneo desde el interior. Como si arrancaran pedazos de mi cerebro…—¿Dante?La voz de mi abuelo se abrió paso entre la bruma y el dolor. La oscuridad iba y venía, era una sensación horrible.—Dante, despierta, cariño, por favor.Unas manos acariciaron mi rostro, intenté apartarme de aquel toque áspero y descuidado.—Déjalo, Dante despertará cuando tenga que hacerlo, no ganarás nada con presionarlo.Era la voz de Federico…—No puedo dejar que despierte cuando él quiera, ¿Cuánto tiempo ha pasado para verlo de nuevo? Y esa mujer, ¡Esa maldita mujer es la responsable de todo!Su grito solo incrementó mi dolor…—Silencio —pedí.No me molesté en abrir los ojos, no quería ver a nadie. Tenía una extraña sensación en el corazón… ¿Corazón? ¿Desde cuándo tenía sensaciones en el corazón? La verdad no tenía una jodida idea. Pero tenía la horrible sensación de que algo me faltaba y no era
No tienes corazónDante.Corrí tan rápido como mis pies me lo permitieron, sentía dolor en el cuerpo, pero no me importó. La única preocupación era el abuelo… abrí la puerta de la biblioteca, no sé lo que esperaba ver, pero jamás habría imaginado al abuelo empuñando un arma y a mi madre, tomando su hombro.Deslicé la mirada, un arma estaba a sus pies.—¿Abuelo?—Llama a la policía, Dante… —dijo sin mirarme.—¿Estás bien? —pregunté.—¡Llama a la policía, Dante! —gritó.—¡Mamá!El grito de Federico hizo que Carlota se girara y posara su mirada sobre nosotros, sus hijos.—Quiere matarme —dijo con el rostro lleno de dolor.¡Una farsa barata!Eso era lo que Carlota Carusso era, una farsante.—Llama a la policía, Federico —ordené.—Pero, Dante, se trata de mamá… —refutó.—¿Puedes llamarla madre, luego de dejarte a tu suerte, después de que intentó asesinarme y trata de hacer lo mismo con el abuelo? —pregunté enfurecido al notar las dudas en los ojos de mi hermano.—Sigue siendo mi madre, Lo
Reencuentro.Antonella.Apreté con fuerza la perla entre mis manos, mi bebé y la lágrima de Hércules era todo lo que me quedaba de Dante, habían pasado tantos días, no me había movido de Amalfi esperando su regreso, pero cada día fue un golpe a mi corazón, él no volvería, ellos no lo dejarían volver…—¿Antonella?Me giré al escuchar la voz del hombre, Orlando Russo, el hombre que el abuelo aseguró era mi padre.—Hola.—¿Qué sucede? —preguntó—Me sorprendió tu llamada —dijo.No sabía cómo empezar aquella conversación, había buscado mil maneras de pagar el hospital, pero no había ninguna, ni siquiera el cacharro para vender, había quedado destrozado, estar vivos era una mera suerte.Incluso traté de vender el anillo que adornaba mi mano desde hacía meses, pero como siempre, se negó a salir de mi dedo, por lo que no tuve más remedio que empeñar la casa por un precio ridículo y con una alta tasa de interés, era lamentable, pero es lo que quedaba.—Yo, no sé qué decir —dije.—Empieza por el
Buscando a DanteAntonella.«Es el hijo de Carlota Carusso, la asesina de tu madre»«La asesina de tu madre»Aquellas palabras golpearon tan fuerte dentro de mi cabeza y mi corazón, que sentí por un momento iba a morir. Abrí los ojos para encontrarme con el rostro de un hombre que no conocía, deslicé la mirada. Me di cuenta de que era uno de los médicos del hospital.—¿Qué me sucedió? —pregunté.—Se ha desmayado —respondió con rapidez.—¿Mi bebé? —urgí.—Está todo bien con su bebé, no tiene nada de qué preocuparse —aseguró.Llevé la mano hasta la curva de mi vientre, tenía casi cuatro meses de embarazo y mi pequeña Ranita, parecía querer esconderse del mundo, mi vientre no era grande.—Gracias —dijo al ver que el doctor se marchaba de la habitación.—Estamos para servirle —respondió.Enarqué una ceja, tanta amabilidad de servicio me parecía extraño, antes habían sido groseros por no tener el dinero para pagarles, y… Orlando, seguramente papá había pagado los gastos… o el chico era nue
Mi esposaDante.«Cásate con Marena y luego podrás hacer lo que quieras con tu vida»«Cásate con Marena»La petición del abuelo era totalmente descabellada, casarme con Marena era la última cosa sobre la faz de la tierra que haría en mi sano juicio. Sin embargo, no esperaba el anuncio oficial que la familia Vítale había emitido el día anterior, anunciando la inminente unión de nuestras familias en dos días.¡Dos días!—Dime que no tienes nada que ver con este anuncio, abuelo —dije.Lancé el periódico sobre la mesa, tratando de no maldecir.—Te lo dije, Dante, la familia Vítale no dejará que rompas el compromiso con Marena, cásate con ella y vete a Amalfi.—¿Casarme con ella y largarme? —pregunté apretando las manos en dos puños.—Desde un inicio estuviste de acuerdo en esta boda, ¿Qué fue lo que cambió?—¡Cambio todo, abuelo! Cambio todo absolutamente todo y no me preguntes que, porque no lo sé —dije con sinceridad.—Si no sabes lo que cambió, ¿Por qué te niegas a casarte?—No creo qu
La rana se convirtió en príncipeAntonellaHabía vivido las horas más angustiantes de mi vida, pero tener los labios de Dante sobre los míos llevaron paz a mi corazón. Habían sido tantos días separados, tantos días de silencio entre nosotros.—Te amo, mi sirena de Amalfi —susurró pegando su frente a la mía. Me estremecí al sentir sus manos deslizarse por mi cuerpo hasta posarlas sobre mi pequeño vientre. Nuestra pequeña Ranita se movió inquieta, como si supiera que eran las manos de su padre.—¿Se movió? —preguntó.Levanté el rostro, para ver el suyo empapado en lágrimas.—Sí.Él volvió a acariciar mi vientre, nos sumergimos en nuestra burbuja, en ese momento nos olvidamos de todos y del lugar donde estábamos, de lo mucho que aún teníamos que hablar, lo que teníamos que decirnos…—¡No puedes hacerme esto Dante!El grito de la mujer rompió nuestra burbuja, mi cuerpo se estremeció y mi piel se erizó al recordar a la mujer.—¡Tú! —grité apuntándola con el dedo.—Antonella.—Fue ella la
La rana era el príncipe de mis sueñosAntonellaHabían pasado cuatro semanas desde lo ocurrido en la iglesia, el día que impedí la boda de Dante y Marena.Ese día la mujer fue aprehendida y acusada por el incendio de la floristería del abuelo, Dante se hizo cargo de todo.También había hablado con mi padre, en principio llegué a temer que Dante no lo aceptara debido al pasado que existía entre ellos, pero no podíamos nadar contra corriente si deseábamos ser felices.La vida nos demostró en múltiples ocasiones que el mundo es un pequeño pañuelo y entre dobleces se van tejiendo nuestros caminos. Un año atrás jamás hubiese imaginado que hoy tendría a un príncipe como esposo, un padre que me ama con locura y un hermano que empezaba a conocer.Federico no era malo, lo comprendí el día que me dejó saber sobre la boda de Dante, si él no hubiese acudido a la casa de nuestro padre, jamás habría tenido una sola oportunidad de llegar a él.Traté de comprender su proceder en Amalfi, no podía culp